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El Cisma

de la Iglesia Romano-Católica

De la "Historia de la Iglesia" por N. Talberg.

Traducido por Dra. Elena Ancibor

Contenido:

La Iglesia Catolica-Romana.

La actividad misionera de los latinos. El papado y el monaquismo. La lucha de los papas con los soberanos por la independencia en asuntos de la Iglesia. La lucha de papa con los soberanos. La decadencia del poder papal. Intentos de limitar el poder papal.

Separación de la Iglesia en el Occidente.

Causas que prepararon la separación de las iglesias. Comienzo de la separación. La separación definitiva de las iglesias en el siglo XI.

Las herejías y sectas en el Occidente.

Las corrientes teológicas en el occidente.

Nuevos dogmas en la iglesia de Roma. Sectas en la iglesia Romana en los siglos 11-15. La Reforma.

La disconformidad general con la iglesia de Roma. Wiklef. Juan Guss.

Savanarola. Los movimientos reformadores en Alemania. El Luteranismo. La política de la iglesia del catolicismo romano. La protección de los ortodoxos de la propaganda latina. Los intentos de los latinos de apoderarse de lugares santos de Palestina. Nuevos intentos de los papas en favor de la únia. Relaciones reciprocas del papado con los estados católicos. Las corrientes religiosas en la iglesia de Roma. Nuevos Dogmas en la iglesia Romana.

 

 

La Iglesia Catolica-Romana.

La actividad misionera de los latinos.

La actividad misionera de la iglesia Romana en los siglos XI-XV tomo un carácter impropio para el cristianismo. Fue abandonado el camino pacifico de difusión de enseñanza evangélica, por medio de predica y el convencimiento. La iglesia Romana, de buena gana, aplicaba medios violentos — fuego y espada. No tenia reparos de enviar a sus misioneros a los países donde trabajaban los misioneros ortodoxos, y ahuyentándolos y convirtiendo a su religión los ya bautizados en la ortodoxia. Asimismo trataban de difundir su enseñanza entre los ortodoxos, tratando de convertirlos en su religión.

Con estos métodos difundían al cristianismo en Europa: 1) entre los eslavos bálticos; 2) entre los prusos, a los cuales en el siglo XV convertían al cristianismo con la fuerza de las armas — primero la orden de caballeros de Prusia y luego de caballeros alemanes; 3) en Liflandia, Estlandia y Kurlandia, donde el cristianismo fue afirmado en el siglo XII con espada y fuego por los caballeros alemanes y 4) en Lituania que se convirtió al catolicismo por el casamiento del príncipe Lituano Jagello con la princesa heredera de trono polaco Jedwig. Los lituanos paganos fueron bautizados a la fuerza y los lituanos ortodoxos, perseguidos.

En Asia, los católicos organizaban distintas misiones, difundian su programa entre ortodoxos, trataban de convertir a los musulmanes y paganos. Entre los ortodoxos y musulmanes no tenían éxito; entre paganos (mongoles en China) a pesar de organizar una comunidad cristiana en el siglo XIII, ésta desapareció sin rastros en el XV s.

En el s. XV, después del descubrimiento de nuevas tierras en el occidente de África y luego descubrimiento de América, los portugueses y españoles trajeron a los países conquistados el cristianismo. Pero por su trato cruel de los aborígenes el cristianismo allí se difundía en forma débil.

El papado y el monaquismo. La lucha de los papas con los soberanos por la independencia en asuntos de la Iglesia.

El poder papal, ubicado a gran altura por el papa Nicolás I (858-867), durante el siglo X y en la primera mitad del s. XI, decayó en gran medida. Esto paso, por un lado, a causa de la intervención de los gobernantes de Italia en los asuntos papales, y por otro lado, a causa de la inercia y depravación moral de los papas y del clero.

Hacia la mitad del s. XI la disposición con el trono papal pasó de los gobernantes de Italia a las manos del emperador germano Enrique III (1039-56), de la dinastía finlandesa, quien restableció el poder imperial en Italia. En aquel tiempo, a causa de acciones ilegales de los papas, (uno de ellos vendió el papado por una fuerte suma a un hombre rico de Roma), surgió un movimiento que exigía la reforma del clero. Este movimiento encontró a defensores y propagadores en los monjes del monasterio francés de Cluny (en Borgoña). Los monjes de Cluny predicaban el abandono de intereses laicos, y forma debida laica del clero. Esto se refería en primer termino a los papas. Enrique III coincidía con el movimiento de Cluny, ya que este se dirigía contra la simonía y el desorden en la iglesia. Tres veces Enrique III nombró a papas. Los de Cluny también tendían a liberar a la iglesia de la influencia del poder civil. Un ardiente defensor de este pensamiento era el monje Hildebrandt, que fue nombrado cardenal por el papa León IX (1049-54) y quien dirigía a todos los asuntos del papado durante 20 años.

En el principio, Hildebrandt, con la ayuda de una acertada política, eliminó la influencia del poder imperial sobre el papado. Hijo de un campesino de Toscana, primero capellán (confesor del papa), él estuvo un tiempo en Cluny. Al volver a Roma y defendiendo la reforma, él ocupó una situación eminente, sabiamente defendiendo la independencia del poder papal. Ante los cambios en el trono papal, después de León IX él actuaba tan acertadamente, que la elección se produjo sin intervención de la corte imperial, como por casualidad y no con premeditación. Es verdad, que en aquel entonces el emperador era un niño de pocos años, Enrique IV (1056-1106). Por la sugerencia de Hildebrandt, el papa nombrado por él, Nicolás I, ya abiertamente decidió eliminar la influencia imperial sobre la elección papal.

En 1059 en el Concilio de Letran se decidió que la que la elección papal pertenece al colegio de cardenales, ó sea; obispos de la región romana, sacerdotes de los templos principales da Roma y algunos diáconos del templo catedral de papa. El resto del clero y el pueblo solo debían expresar su acuerdo. Lo que se refiere al emperador, él podía confirmar a la elección, ya que este derecho le fue otorgado por el trono apostólico. La aristocracia romana estaba disconforme por su situación secundaria. Ella pedía a Enrique IV aprovechar su derecho de nombrar papas, tal como lo hacia su padre. Pero Hildebrandt elevo al trono a su candidato Alejandro II (1061-73). Después de la muerte de éste, Hildebrandt decidió ocupar el trono él mismo y fue elegido por los cardenales bajo el nombre de Gregorio VII (1073-85). El emperador recibió una simple notificación sobre la elección.

Gregorio VII subió al trono papal compenetrado por aquellas ideas de poder absoluto papal, que maduraron hace tiempo y ahora se manifestaron como un sistema completo. Tomando, como propio, el punto de vista de la iglesia Romana, que el papa es el representante de Cristo en la tierra, Gregorio quiso fundar bajo el poder papal una monarquía teocrática universal. Según su entender, el papa debe tener poder no solo sobre el clero, sino también sobre los gobernantes civiles. Todo poder, no excluyendo el imperial, él consideraba mas bajo que el papal. Todo el recibe su consagración y su autoridad del papa. En caso de abusos de parte de los poderes, tanto eclesiásticos, como civiles, el papa tenia derecho de privarlos se sus privilegios, vinculados con el cargo, y otorgar a estos privilegios a alguien otro, según su juicio. Según el pensamiento de Gregorio, el papa tiene el poder de otorgar cátedras y coronas reales e imperiales. Antes de comenzar a realizar a estas ideas, Gregorio necesitaba eliminar definitivamente la influencia del poder civil sobre los asuntos de la Iglesia. De la presión del poder imperial en la elección del papa, su trono ya se liberó antes, pero quedó todavía la "investidura", ó, el derecho de los poderes civiles de repartir los cargos eclesiásticos. Por eso Gregorio se ocupó en seguida de destruir a la "investidura." En 1075 él pasó en el Concilio la prohibición de la investidura. Se decidió destituir a los miembros de clero, que recibieron sus cargos a través de la investidura, y a los gobernantes civiles, que practicaban la investidura — excomulgar. En este mismo concilio se prohibió a los sacerdotes casarse. Según la opinión de Gregorio, el celibato del clero privaba a estos de vínculos familiares y con el mundo que los rodeaba; y debía trasformarlos en unos mas celosos servidores de la Iglesia. La lucha contra la investidura rompía la dependencia feudal de las tierras de la Iglesia — obispo, abate y sacerdote debían ser pastores de la iglesia y no vasallos del rey o del príncipe.

El mismo clero tomó de mala gana la reforma espiritual. Fue tomada una particularmente severa decisión sobre el celibato del clero. Algunos miembros se rebelaban contra los legados papales. De peor manera fue tomada la orden papal en Alemania. Los legados papales se apersonaron a emperador Enrique IV y le presentaron lo referente a la investidura. Enrique, que justo se iba a la guerra, accedió a cumplir la exigencia papal, pero al volver de la guerra, seguía usando la investidura. Entonces, — en 1076 — el papa lo llamó a Roma para juzgarlo. El emperador con burlas despidió a los enviados papales y reunió en Worms el Concilio de obispos germanos. El Concilio, cumpliendo el deseo del Emperador, decidió que no se debe obedecer al papa Gregorio, ya que él trata de esclavizar ala iglesia y quita el poder a los obispos. Enrique proclamó que el papa esta aboliendo el orden social, basado en los principios santificados por la Gracia Divina; — el poder del soberano y el sacerdocio. El papa, que mezcló a estos dos principios, debe irse y dejar lugar a alguien mas digno.

Pero a Gregorio no se lo pudo asustar, ni sacar de su camino. El papa excomulgó a Enrique y a los obispos que participaban del Concilio. A Enrique IV lo proclamó exento de dignidad real y liberó del juramento de fidelidad a sus súbditos. A los propios germanos les indicó de elegir a un nuevo rey. Las directivas del papa no tendrían importancia si Enrique no hubiera levantado contra si a los principales germanos con sus acciones anteriores. Los aliados del papa resultaron los mismos feudales de cuya influencia él trataba de limpiar a la Iglesia. Los duques del sur de Alemania comenzaron la guerra contra Enrique. Se inició un levantamiento en la díscola Sajonia. El alto clero, que acababa de declararse contra el papa, fue confundido por su decisión, y por el hecho que los estados populares mas bajos estaban de acuerdo con la reforma de la Iglesia y se levantaban contra los enemigos del papa. Los príncipes se reunieron en Tribur y decidieron que si durante el año Enrique no logra obtener el perdón papal, será privado del trono. Enrique vaciló.

En el invierno de 1077 él fue, con un pequeño séquito a Italia. El papa se encontraba en este tiempo en Canosa, en el castillo de su fiel adicta, la marquesa de Toscana, Matilde. Cuando Enrique llegó, no fue admitido al castillo. El envió embajadores al papa Gregorio, a quienes encargó de expresar en su nombre su arrepentimiento, acceder a la exigencias papales y conseguir el levantamiento de la excomunión. El papa obligo a Enrique esperar tres días su decisión, ante las murallas del castillo, vestido de penitente, descalzo y haciendo un completo ayuno, El papa lo perdonó con la condición que su causa sea discutida por los príncipes alemanes en una reunión.

Pero la humillación, que sufrió Enrique no trajo frutos esperados. Los príncipes alemanes, no solo no bajaron sus armas, sino eligieron rey a Rodolfo de Suabia, quien comenzó la guerra contra Enrique. El papa reconoció rey a Rodolfo y excomulgo de nuevo a Enrique (1080). Enrique logro, sin embargo, atraer a numerosos aliados. Parte de alto clero se pasó a su lado, temiendo que con la abolición de la investidura, caerían en una total dependencia de los papas. Entre el bajo clero, a Enrique lo apoyaban los sacerdotes casados. Él atrajo a su lado a los caballeros menores y a los habitantes de las ciudades grandes, que se enriquecían y trataban de liberarse de la presión de los señores.

El papa, al excomulgar al emperador, declaró que los Apóstoles, al recibir de Cristo el derecho de atar y liberar la conciencia de los hombres, por eso mismo, están puestos tanto sobre la iglesia, como sobre el mundo. Si el heredero de los Apóstoles puede disponer de los cargos eclesiásticos, tanto mas, tiene poder sobre reinos y principados. Enrique no se rindió. Reuniendo a los obispos fieles a él en los Concilios de Meinz y Bricsen (1080), repitió la destitución del papa Gregorio y eligió a un nuevo papa Clemente III.

En una de las batallas fue muerto Rodolfo de Suabia y Enrique IV afirmó su poder en Alemania. Entonces él decidió de terminar con Gregorio. En 1084 él tomó Roma, elevo al trono papal a Clemente III y recibió de sus manos la corona imperial. El papa Gregorio se encerró en el castillo San Ángel y decisivamente se negaba a hablar con Enrique. A la ayuda del papa llegaron los nórmanos, que hacia ese tiempo ocuparon ya el Sur de Italia. Su duque Roberto Guiscar reunió un gran ejercito, en el cual había también sarracenos. Enrique tubo que abandonar a Italia, donde Roma fue tomada por Guiscar. Los nórmanos y sarracenos cruelmente saqueaban a la ciudad delante los ojos del papa. Los habitantes de Roma, naturalmente, estaban furiosos contra los aliados del papa. Gregorio VII comprendió la dificultad de su situación y se retiró al sur a Salerno, donde murió en 1085, diciendo a sus amigos ante la muerte: "Toda mi vida ame a la verdad y odiaba a la injusticia, por eso muero en exilio." El esta santificado por la iglesia Romana.

El papa Víctor III (1086-87), Urbano II (1088-99) y Pascual II (109901118), que dirigían la iglesia Romana después de Gregorio, eran sus discípulos y trataban de realizar sus planes. Por eso la lucha de los emperadores por la investidura seguía. Los papas exigían la abolición de la investidura, excomulgaban a los emperadores y formaban alianzas políticas contra ellos. Enrique IV y su hijo Enrique V venían con sus ejércitos a Italia, echaban los papas de Roma y restituían al antipapa Clemente III. En forma particularmente decidida luchaba con el emperador Enrique IV el papa Urbano II él hasta logro en 1092 a convencer contra Enrique a su hijo Conrado, quien, luego, 8 años gobernó en Lombardia y Toscana. Urbano II, con su predica de la cruzada en Piacenza y Clermont (en Francia), despertó en fervor fanático en masas populares y aprovechó esto para sus fines. En 1096, los cruzados que partían a través de Italia, le ayudaron echar de Roma a Clemente y apaciguar la nobleza romana, que estaba de parte de emperador. Urbano II ocupo el trono papal de Roma. Pascual II, que seguía a Urbano, logró echar completamente al antipapa Clemente de la región Romana, quien este mismo año murió. Enrique IV no pudo hacer nada con Urbano II. La defensa del papa constituían las tierras de la condesa Matilde, que cercaban a Roma desde el norte y la ayuda de los normanes en Italia del Sur. En la vejez Enrique IV tubo que luchar con su hijo Enrique V. En 1106 sus ejércitos se encontraron sobre el Rin. Enrique IV súbitamente murió. El hijo contra el padre fue convencido por el papa Pascual II, quien le escribía cartas lisonjeras con el pedido de "ayudar a la iglesia de Dios."

Enrique V primero siguió los pasos del padre. La condesa Matilde murió, dejando sus enormes posesiones para el trono de Roma. Enrique V no quería permitir un tal aumento de posesiones civiles del papa y continuaba afirmando el derecho del emperador para otorgar la investidura al clero superior de los reinos germano e italiano. A pesar de ocupar Roma, su poca seguridad en Alemania, de nuevo, hizo un gran servicio al papado.. Ambas partes estaban cansadas de la lucha. Con el papa Calisto II (1118-24), en la reunión de Worms, se firmó un concordado ventajoso para el papa con el emperador Enrique V y príncipes alemanes. En 1122, en base a ese pacto, al papa, como persona eclesiástica, se le dejaba la investidura de obispos y abades, según las leyes de la Iglesia, con el otorgamiento del anillo y el cayado. Al emperador, como persona cívica, le fue dejada la investidura cívica, ó sea, dar a los mismos obispos y abades derechos de príncipes, posesiones, etc. y tomarlos el juramento feudal. Por un tiempo cesaron las discusiones y desordenes, que separaban al mundo cristiano occidental.

La lucha de papa con los soberanos.

Tratando de realizar los planes teocráticos del papa Gregorio VII, los papas subsiguientes lucharon con los soberanos por el dominio de la Iglesia sobre el estado. Así, Ignacio II (1130-43) comenzó a declarar que los emperadores reciben su investidura, como feudo del papa. Lo mismo declaro el papa Adriano IV (1154-59) en su carta al emperador Federico I Barbarossa (1152-90) de la casa de Gogenstaufen.

Sobre esta cuestión comenzó la lucha de los papas con los Gogenstaufen, que duró casi una centenaria. Federico Barbarossa vino a Italia deseando limitar las pretensiones del papa Adriano IV. Llamo a una reunión en la cual demostraba que al emperador deben someterse los obispos y los mismos papas. Cuando usan el poder civil, no es por el derecho divino, sino por la disposición de los reyes, que les dieron el poder.

Pronto, durante la elección del sucesor de Adriano, las opiniones de los cardenales se dividieron. Unos eligieron a Alejandro III (1159-81), enemigo del emperador, otros, a Víctor IV (1159-64), su amigo. Federico aprovecho esta circunstancia para someter a los papas a su influencia. El llamó a concilio y exigió que ambos papas vinieron para la discusión. Alejandro no vino al concilio y excomulgo a Víctor y Federico. El emperador, entonces, echo de Roma a Alejandro en 1167 y elevo al trono a un nuevo papa Pascual. Alejandro, apoyado por las ciudades de Lombardia, no se rendía. Cuando los asuntos de Federico en Italia no eran convenientes, él en 1177, se reconcilió con Alejandro, con condiciones ventajosas para el papa.

Los sucesores del papa Alejandro no eran tan fuertes como para oponerse a Federico Barbarossa y a su sucesor Enrique VI (1191). El ultimo, por medio de casamiento con Constanza, única heredera de la corona de Sicilia, anexó a sus posesiones el reino normando de las Sicilias y se trasformó en soberano de toda Italia. Los papas fueron muy limitados, hasta en la misma Roma, donde gobernaba el prefecto imperial.

Con la muerte de Enrique VI en 1197, quien dejo un hijo de pocos años, Federico, la situación cambió. La gobernadora de Sicilia se hizo Constanza, y en Alemania los príncipes decidieron elegir un nuevo emperador. Sobre el trono papal subió Inocencio III (1198-1216), uno de mas destacados políticos de su tiempo. El se puso como meta realizar en toda plenitud los planes teocráticos de Gregorio VII y tuvo tiempo de colocar al papado a tal altura, a la que ni antes ni después ascendió. Después de su entronización, él obligó a jurar a él al prefecto de Roma, nombrado por el emperador y con esto destruyó el poder imperial sobre Roma. Haciendo lo mismo en otras ciudades de la región de la Iglesia, Inocencio formo un estado papal independiente. Sublevando a las restantes ciudades italianas contra el poder imperial y asegurándose su apoyo, el papa se ocupó de Sicilia. Una ventaja para él fue que Constanza misma pidió a Inocencio de reafirmar para ella y para su hijo Federico, la posesión de Sicilia, como feudo del trono papal.

Antes de su muerte (1198), Constanza lego al papa el cuidado de su hijo. Inocencio gobernaba en Sicilia. En Alemania en ese tiempo seguía la lucha por el trono imperial y ambos pretendientes se dirigieron a papa por la ayuda. Inocencio puso la corona sobre Otton de Sajonia. Habiéndola recibido en Roma, Otton no cumplió su promesa de proteger a todos los derechos de papa y ampliar sus posesiones en Italia. El declaró a muchas de las posesiones papales feudos imperiales y atacó Sicilia. Entonces Inocencio excomulgo Otton (1210) y lo declaro privado de honor imperial. El papa propuso a los príncipes germanos elegir como emperador a su educado Federico II, quien se hizo emperador.

Inocencio III mostró también su poder en Francia, Portugal e Inglaterra. En esta ultima él tuvo que sostener la lucha con el rey ingles Juan Sin Tierra. El rey no quiso en 1217 recibir al cardenal Esteban Laugton, nombrado por papa arzobispo de Canterbery, Como resultado de esta lucha papa excomulgo en 1209 a Juan y luego lo privo de trono en 1212. El pueblo no amaba al rey por su crueldad. En Inglaterra comenzaron los levantamientos. Juan se Humillo, recibió a Laugton y reconoció ser el vasallo de papa, con la obligación de pagarle el tributo.

Durante el reinado de Inocencio se formo el Imperio latino, y su poder y su influencia se extendieron sobre una importante porción del Oriente. Su brillante reinado Inocencio terminó con el cuarto concilio de Lateran (1215) en el cual, además de numerosos obispos, abades, priores, estaban presentes muchos soberanos de Europa Occidental.

Después de la muerte de Inocencio, el poder imperial de nuevo prevaleció sobre el poder papal. Federico II comenzó paulatinamente a restablecer su poder en Italia. El no separaba, tal como lo quería Inocencio, la corona de Sicilia de la Alemania. El segundo sucesor de Inocencio, papa Gregorio IX (1227-42), trato de alejar a Federico de Italia y exigía el cumplimiento de la promesa de cruzada. Federico se dirigió a Palestina, pero pronto volvió ya que en su ejercito comenzaron las enfermedades. Papa lo excomulgo por desobediencia. Federico, no tomando eso en cuenta, sin el permiso del papa, en 1228 hizo la quinta cruzada, por un tiempo quitó Jerusalén a los turcos, y se corono con la corona de Jerusalén, como consecuencia de su matrimonio con Yolanda, heredera del trono de Jerusalén. Después de su vuelta en 1228, Federico temporalmente reconcilio con papa, disconforme con su éxito y su vuelta. Pronto entre ellos comenzó una terrible enemistad. Federico comenzó a sacar las posesiones papales. Gregorio IX en 1239 lo excomulgo de nuevo. Federico mando una carta a príncipes y cardenales, en la cual llamaba a Gregorio enemigo de todos los soberanos y prometía pronto liberar a todos de la tiranía papal. Como resultado, el papa mando a todos una carta, donde llamaba a Federico no creyente. El emperador llego hasta Roma en 1240. El papa llamo a concilio en 1241, contando con los obispos franceses, que no dependían de Federico, este, a su vez, tomo prisioneros a los obispos que venían de Francia. Ocupada Roma, él hizo prisionero a papa, quien no aguantó la prisión y murió en 1241.

Su sucesor Clemente IV vivió solo tres semanas después de su elección. Dos años el trono papal quedo vacante, debido a diferencias entre los cardenales. En 1243 fue elegido Inocencio IV (1243-54), quien continuo la lucha contra Federico. El papa, retirándose a Lyón, reunió allí en Concilio en 1245, anatemizo en él a Federico como hereje y blasfemo, y lo declaró privado de trono, proponiendo a germanos y sicilianos elegir un nuevo soberano. Sin terminar la lucha contra Inocencio IV, Federico II murió en 1250. Inocencio, al enterarse, con deleite declaro a todo el mundo la noticia de su muerte, como un acontecimiento grato para el cielo y la tierra.

Los hijos de Federico, Conrado IV y Manfredo se ocuparon de afirmar el poder imperial, el primero en Alemania, el segundo en Nápoles y Sicilia. Conrado en poco tiempo murió, dejando un hijo Conradino. Como Inocencio, así sus sucesores, seguían luchando con los Gogenstaufen. Para sacarlos de Nápoles y Sicilia los papas les opusieron a un príncipe francés Carlos de Anjou, quien por su invitación vino a Italia con cruzados. En esta lucha Manfredo fue muerto y Conradino hecho prisionero y ajusticiado por Carlos en Nápoles (1268), no sin conocimiento del papa Clemente IV (1265-68).

La decadencia del poder papal.

Después de centurias de la lucha tozuda con la casa enemiga de Gogenstaufen, el papado obtuvo una victoria completa. Pero esta victoria significó el principio de la caída del mismo papado. Carlos de Anjou, quien debía su poder sobre Nápoles y Sicilia a los papas, trataba ahora de ocupar en Italia la misma posición que ocupaban los emperadores alemanes. Los papas tuvieron que hacer grandes esfuerzos para debilitar su poder. El papa Nicolás III (1277-80) hizo alianzas con emperadores germano y bizantino y antes de su muerte preparo un levantamiento en Sicilia, conocido como "tarde Siciliana." A pesar de esto, Carlos tuvo tiempo de conseguir tal influencia en Italia, que en 1281, obligó a elegir un papa adepto a él, Martín IV (1281-85).

Pero mucho mas peligroso para el papado fue su otro enemigo, el rey de Francia Felipe el Hermoso (1285-1315). El rechazo el derecho adquirido de los papas de entrometerse en asuntos civiles de otro estado. El dio el primer golpe cruel al papa Bonifacio VIII (1294-1303). Felipe llevaba adelante una guerra con Inglaterra. El papa propuso su mediación, lo que Felipe rechazó no deseando la intervención papal. El papa se enojo cuando supo que Felipe, para cubrir los gastos bélicos instituyó unos impuestos al clero francés. En 1296 el papa editó una bula, en la cual (sin nombrar a Felipe) amenazaba con la excomunión a los laicos que imponen impuestos sobre el clero y al clero, que los paga. El rey respondió a eso con la prohibición de exportar de Francia los metales preciosos. A consecuencia de eso el papa perdía sus ganancias en Francia y por eso cedió. Al clero no les fue prohibido hacer donaciones voluntarias para las necesidades del Estado. Se produjo la reconciliación y Felipe hasta aceptó la proposición del papa de servir de mediador en las conversaciones con el rey ingles. Pero pronto se vio que papa, en el papel de mediador sostiene el rey de Inglaterra. La enemistad se reanudo y la lucha de Felipe con Bonifacio se agudizo enormemente. En 1301 el legado papal, un obispo francés, hablo con el rey en forma tan atrevida, que aquel lo hizo arrestar, no tomando en cuenta la exigencia del papa de llevar a este asunto a su juicio. El papa, enojado, escribió al rey: "Teme a Dios y guarda Sus mandamientos. Deseamos que sepas que en asuntos espirituales y temporales dependes de nosotros... A los que piensan diferente los consideramos herejes." En otra carta él proponía a Felipe con clero francés venir a Roma ó enviar a los apoderados para explicaciones de estos asuntos. Felipe quemo a ambas cartas y contestó a papa así: "Que sepa tu enorme estupidez que en asuntos temporales no dependemos de nadie... A los que piensan diferente consideramos insensatos." Felipe llamó en 1302 a diputados de todas las clases sociales, quienes se expresaron como el rey contra el papa, y declararon solemnemente, que el rey recibió su corona de Dios y no de papa. Con esto coincidió también el clero francés. Bonifacio contesto a esto con un concilio en Roma, que condenó las acciones de los franceses y con la bula "unam sanctam" (las primeras palabras de bula) desarrolló el sistema de Gregorio VII. El dijo: "Cristo dio a la Iglesia dos espadas, símbolo de dos poderes — espiritual y cívico. Ambos poderes están instituidos en provecho de la Iglesia. El poder espiritual se encuentra en las manos de papa, en cambio, él civil — en las manos de reyes. El poder espiritual es mas alto que el civil, como el alma es mas alta que el cuerpo. Por eso, como el cuerpo está sometido al alma, así el poder civil debe estar sometido al poder espiritual. Solo con esta condición el poder civil puede ser útil a la iglesia. En el caso de mal uso del poder civil, éste debe ser juzgado por el poder espiritual. El poder espiritual no puede ser juzgado por nadie. Separar el poder civil del espiritual y considerarlo independiente, significa introducir una herejía dualística — maniquea. En cambio, reconocer en el papa toda la plenitud del poder espiritual y civil, significa reconocer un necesario dogma de la fe.

A esta bula, Felipe contestó con una nueva reunión de los representantes de estados, en la cual un jurista Guillermo Nogaré acuso al papa de varios delitos y propuso dar al rey un poder para arrestar al papa para juzgarlo. Bonifacio no aguantó mas, él anatemizó a Felipe, impuso el interdicto sobre Francia y excomulgo a todo clero francés. Felipe hizo una tercera reunión. Allí sus hábiles juristas acusaron a Bonifacio de simonía y otros crímenes, que hasta no existían, como por ej., en brujería. Como consecuencia se decidió llamar a un Concilio Universal en Lyón para el juicio del papa y absolución del rey. A Guillermo Nogaré le fue encomendado de arrestar a Bonifacio y traerlo al Concilio. Nogaré fue a Italia, acompañado de otro enemigo del papa, cardenal de la familia de Colonna, que fue expulsado por Bonifacio cuando comenzó su papado. Los enviados encontraron a papa en la ciudad de Anania. Para neutralizar a sus enemigos él los recibió sentado en el trono en todas las vestiduras papales. Pero ellos no lo tomaron en cuenta, lo arrestaron en su propia casa y lo trataron tal brutal y cruelmente, que él, una vez liberado, después de tres meses, por los habitantes de Anania, cuando volvió a Roma, perdió el juicio y pronto murió (1303).

El sucesor de Bonifacio, Benedicto XI, tenia conciencia, que su predecesor actuaba con demasiado fuerza, y trató de reconciliarse con Francia, pero después de ocho meses murió (1304). En la elección de nuevo papa, los cardenales se dividieron — los que defendían los intereses de Francia, deseaban ver en el trono a un francés; los adictos a intereses del papado de Bonifacio, — a un italiano. El partido francés ganó. Fue electo papa el arzobispo de Bordeau — Bertran, quien tomo el nombre de Clemente V (1305-14). Felipe el Hermoso, que tenia influencia sobre la elección, hizo jurar al nuevo papa de anular todas las directivas de Bonifacio sobre él, condenar a Bonifacio y disolver a la orden de templarios. Temiendo encontrar inconvenientes en Roma por su amistad con Francia, Clemente decidió quedarse para siempre en Francia. Llamó allí a los cardenales en 1309 y fijó su residencia en Avignon. Allí los papas quedaron hasta 1377 y esta permanencia de casi 70 años en Avignon se conoce en la historia como "cautiverio de Avignon de los papas." Los papas de Avignon, comenzando por Clemente V, cayeron en una total dependencia de los reyes de Francia y actuaban bajo su influencia. Al mismo tiempo, llevaban una vida indigna de los sumo pontífices, con lo cual debilitaban aun mas su influencia. Con todo eso, los papas de Avignon tendían a jugar el papel de soberanos universales, si no de Francia, al menos de otros estados. Pero no tenían éxito. La conciencia de la independencia, del poder civil, del poder espiritual, ya maduró en todas partes. Después de Francia, protestó Alemania contra las pretensiones papales. En vano, los papas enviaban allí los interdictos y excomuniones — nadie lo tomaba en cuenta. En 1338 el emperador germano, Luis de Bavaria, duques y príncipes se decidieron, en un acto solemne, manifestar la independencia de poder civil del espiritual. Declarando que las pretensiones papales sobre el manejo de la corona imperial, son fuera de la ley. Ellos decidieron en el futuro en la elección del emperador, de pasar por alto la ratificación papal. Lo mismo fue declarado en la "bula de oro" de Carlos V (1356). La Inglaterra, que se encontraba desde el Juan sin Tierra, en plena dependencia de los papas, también se liberó de su influencia. En el reinado de Eduardo III (1327-77), cesó el impuesto feudal a los papas y abolida la apelación a Roma. Hasta en Italia, el poder papal decayó marcadamente. Solo en la región de la Iglesia, se consideraba el papa un formal soberano, pero en realidad, ni él, ni sus legados no tenían ninguna influencia sobre el gobierno. Los defensores del papado tenían la total abolición del poder papal en Italia, si los papas quedarían en Avignon, y por eso los invitaban a volver a Roma. Esto lo entendían también los mismos papas. Gregorio XI (1370-78), procurándose un ejercito mercenario, para volver a la región de la Iglesia, llevó, por fin, su residencia a Roma. (1377). Allí él murió en 1378. Con la muerte de Gregorio XI, en la iglesia de Roma comenzó lo que se llama: una gran escisión. En la curia papal, la mayoría de los cardenales eran franceses, llegados de Avignon. Ellos insistían en la elección de un papa francés, pero el pueblo de Roma exigía que el papa sea romano. Fue elegido por fin un italiano Urbano VI (1379-89), hombre de carácter fuerte y cruel. El nuevo papa comenzó su reinado con la corrección de las costumbres del clero y hasta tocó a los cardenales. Ofendidos con esto, los cardenales franceses, llevándose a las joyas papales, dejaron a Roma, declararon ilegal la elección de Urbano y eligieron su papa Clemente VII (1379-94), quien prontamente se ubicó en Avignon. A Clemente lo reconoció Francia, Nápoles y España. A Urbano — los estados restantes. De manera que en la iglesia de Roma apareció un doble poder.

Intentos de limitar el poder papal.

Con la aparición de la gran escisión el mundo occidental, acostumbrado a ver en el papa la única cabeza de la Iglesia, se sintió confundido. Los papas, tanto los romanos como los de Avignon, aumentaban todavía mas la confusión con sus intrigas, anatemas reciprocas y vida licenciosa. La disciplina de la iglesia cayó. Se potenciaron los abusos, parcialmente la simonía. Fe en la necesidad de una cabeza visible de la iglesia vaciló en occidente. Comenzaron las declaraciones contra la supremacía del papa en la iglesia. Se expresaban los pensamientos que el Concilio Universal es mas alto que el papa y puede juzgarlo , y que solo por medio de Concilio Universal se puede terminar la escisión y los abusos de la iglesia. Después de ciertas consultas, los estados occidentales convinieron a tomar medidas serias para terminar con la escisión. En 1397 en la reunión de Francfort los representantes de los estados decidieron invitar a abdicar a ambos papas. Pero no hubo acuerdo. Entonces los cardinales romanos y franceses, irritados por el comportamiento de sus papas acordaron de llamar al Concilio. El Concilio en nombre de ambos grupos se reunió en 1409 en Pisa. Al mismo tiempo los papas llamaron a sus Concilios, en los cuales negaban la legitimidad del Concilio de Pisa.

En el Concilio de Pisa, además de los cardenales, obispos y abades, estaban presentes muchos magistros de teología y derecho canónico. Francia y Inglaterra enviaron sus representantes. Pero el Concilio, que trataba de poner fin a doble poder, no llego a esta meta por los errores cometidos. El Concilio decidió, que los papas pueden ser juzgados por él y exigió la presencia de ambos para su juicio. Cuando ninguno de los dos apareció, el Concilio los declaró destituidos. Luego se levantó la cuestión de reformas en la iglesia en su cabeza y miembros. Pero los cardenales trataron de convencer al Concilio de elegir un nuevo papa antes de estas reformas y bajo su dirección hacer las reformas. Fue elegido papa Alejandro V. En esto radicaba el principal error. Alejandro, bajo el pretexto, que para las reformas son necesarios unos trabajos previos, disolvió el Concilio con la promesa de reunirlo otra vez en tres años. En suma — la iglesia romana, en lugar de dos papas, tuvo tres. Cada uno de ellos consideraba a si mismo legal y estaba reconocido por tal ó cual estado. Alejandro III murió en 1410. Dicen, que lo envenenó el cardenal Baltazar Cossa, quien ocupó después de él el trono con el nombre de Juan XIII.

Este papa, después de reiteradas exigencias de todas partes y particularmente del emperador alemán Segismundo, estuvo de acuerdo de llamar a un Concilio Universal, que sesionó desde noviembre de 1414 hasta mayo de 1418 en Constanza.

De hecho gobernaban los tres papas: en Roma Gregorio XII (desde 1406), reconocido por Italia media y del Sur; en Avignon Benedicto XIII (desde 1394), reconocido por Francia y España; y en Bolonia, Juan XIII, reconocido por Italia del Norte, Suiza y Alemania. El Concilio Universal no encontró otro medio que destituir a los tres papas y elegir (11 de noviembre de 1417) a Martín V, quien cerró el Concilio con la promesa de llamar a uno nuevo en 5 años. Los representantes de los estados lograron obligar al papa de formar concordados separados con cada estado sobre supresión de algunas fallas de la Iglesia. Martín convenció al Concilio de postergar las reformas principales hasta el nuevo Concilio. Este fue cerrado 1419. Durante el gobierno de Martín murieron los restantes papas y terminó la escisión. De las reformas él no se ocupaba. Solo llamó al concilio en Basel en 1431 y en este mismo año murió.

El sucesor de Martín, Eugenio IV (1431-47) tuvo que abrir el concilio de Basel, ya que los invitados por Martín ya llegaron a Basel en 1431. El nuevo papa envió allí a su cardenal, quien abrió las sesiones. Eugenio calculaba que el concilio va a trabajar completamente según sus indicaciones. Pero no resultó así. El concilio de Basel, enseguida y justamente sobre el asunto de Gussitas, declaró que actuará independientemente. A consecuencia el papa declaró el concilio cerrado. Pero los padres de Basel no lo aceptaron. Sosteniendo la situación anterior, que el Concilio Universal es mas alto que papa, ellos exigieron la presencia de Eugenio para juzgarlo y en caso de negación amenazaron con su destitución. Después de alguna lucha, el papa, obligado por las circunstancias, en 1433, tuvo que anular su directiva de cierre del Concilio. Pero la paz fue de corta duración. El Concilio de Basel inició las reformas de la Iglesia y, ante todo, se declaró contra el poder ilimitado del papa. Eugenio, naturalmente, no pudo estar de acuerdo con esto. Comenzó la polémica. Los padres del Concilio sostenían que el Concilio es mas alto que el papa y por esto él tiene que obedecer al Concilio. En cambio, el papa decía que el Concilio depende completamente del papa y sus decisiones reciben la fuerza de ley, cuando están refrendadas por papa. Para terminar con las tendencias reformadores del Concilio de Basel, Eugenio en 1437 decidió trasladarlo a Italia. En este mismo tiempo había negociaciones entre papa y el gobierno griego para hacer un concilio y discutir la cuestión de unificación de las iglesias. Eugenio sostuvo que este concilio debe reunirse en Italia y propuso a los de Basel mudarse también allí. Los de Basel se negaron.

Eugenio a pesar de eso, declaró, en 1438, el Concilio de Basel cerrado y fijó uno nuevo en Ferrara, que luego pasó a Florencia. A pesar de todo esto, el concilio de Basel continuaba con sus sesiones e inmediatamente después de la abertura del concilio en Ferrara, declaró a Eugenio destituido. Eugenio, por eso, excomulgó a todos los padres de Basel. Después de esto el concilio de Basel comenzó a mermar; muchos de los obispos lo dejaron y hasta se pasaron al papa. Pero los restantes, imperturbables, en lugar de Eugenio eligieron a un nuevo papa, Félix V. Pero la escisión papal la recordaban todos y por eso, la elección de un nuevo papa fue recibida con disconformidad. Solo algunos pocos príncipes germanos lo reconocieron. Pero con todo, el Concilio de Basel, que continuó con interrupciones y en distintas ciudades hasta 1449, debilitó marcadamente el poder papal. Sus reformas fueron aceptadas en Francia y Alemania, y allí, en base a ellas, el clero y las iglesias se encontraron en situación mas independiente del papa. En Francia, en 1438 apareció, lo que se llamó la "sanción pragmática" y en Alemania en 1448 — el concordado vienes, con los cuales se definían las relaciones de las iglesias francesa y alemana, con el papa.

Eugenio IV, al terminar sus asuntos con los griegos, dirigió todas sus fuerzas para destruir las consecuencias del Concilio de Basel. Lo mismo exigían sus sucesores. Pero el despotismo papal era conocido de todos y por eso las exigencias de los papas para dominar sobre todas las iglesias, no tenían éxito. Lo que se refiere a la influencia de los papas sobre la política de los estados occidentales, esto ya en el siglo XV, los papas ni intentaban.

Ellos entendían que el tiempo de las ideas de Hildebrandt ya pasó. Solo en Italia y principalmente en la región de la iglesia, el papado podía todavía usar el poder civil. Sobre la afirmación de este poder los sucesores de Eugenio IV, antes de la reformación dirigieron toda su atención. Ellos deseaban transformar a su región de la iglesia en un verdadero estado, y ser sus soberanos. Como consecuencia de esta política el papado, mas que nunca tomó un carácter civil. De manera que los pontífices y "lugar tenientes de Cristo" se trasformaron en astutos políticos, intrigantes, soldados, tiranos lujosos y amorales, etc. Así, León X (de Médicis,1513-21), durante cuyo reinado comenzó la reformación, era un suntuoso y licencioso soberano. Artes, letras y ciencias a las cuales él protegía, le causaban finos placeres, paro la religión y la Iglesia con este papa fueron completamente olvidados. El mismo papa era escéptico con respecto a cristianismo y su séquito, abiertamente, expresaban su falta de fe y se mofaban de todo lo santo.

 

Separación de la Iglesia en el Occidente.

Causas que prepararon la separación de las iglesias.

El Imperio Romano en periodos precristiano y cristiano netamente se separaba en dos partes — oriental y occidental. Esta separación estaba condicionada por las diferencias de la población en una y otra parte. En la primera dominaba la población griega, en la segunda — latina ó latinizada, cada una con su carácter particular, dirección de la vida y actividad. La Iglesia Cristiana, que se difundió en todo el Imperio, se separaba en la parte oriental y occidental a causa de diferencias de carácter nacional, costumbres, inclinaciones, punto de vista, etc. Desde los tiempos mas tempranos del cristianismo, vemos en las iglesias oriental y occidental particularidades que las distinguían. La mas visible es la diferencia de la dirección en la educación eclesiástica. Las iglesias orientales, aceptando la participación de la mente en asuntos de la fe, revelaban y explicaban las bases de la fe cristiana por el camino de la ciencia. Las occidentales, por el contrario, negaban la participación de la mente en asuntos de la fe en mayoría de las casos, evitaban investigaciones científicas sobre los dogmas de la fe y en general no se interesaban de cuestiones teológicas abstractas; pero en cambio, prestaban mucha atención a la parte externa del cristianismo — ceremonias, disciplina, dirección, relación de la Iglesia con el estado y la sociedad, etc. El las iglesias orientales, con la resolución de cuestiones dogmáticas, aparecieron las herejías. En el occidente, prácticamente, no había herejías; antes la ausencia de la comprensión inteligente del cristianismo solo surgían escisiones. La herejía oriental trataba de refutar a todas las herejías y establecer la enseñanza de la fe ortodoxa sobre principios firmes; la occidental — trataba con todos los medios conservar el orden de la iglesia, colocarse en situación independiente del poder civil y potenciar su influencia sobre la sociedad y el estado. En una palabra, la iglesia oriental tenia sus intereses, y la occidental — los suyos. Esta misma diferencia de intereses y tendencias de la parte oriental y occidental del imperio, los separaba entre si, pero no hasta sentirse ajenas una a la otra, La unidad de la fe, los sacramentos y toda la organización de la Iglesia, durante largo tiempo ligaba en una unidad.

La separación con la ruptura de toda relación de las iglesias occidental y oriental podía ocurrir solo si de parte de cualquiera de ellas se vulneraría la unidad de la fe, los sacramentos y la organización de la iglesia. Para la desgracia de todo el mundo cristiano, la iglesia de occidente vulneró a esta unidad y rompió la unión con la iglesia oriental. De lo arriba expuesto se ve como la iglesia occidental, poco a poco, durante varios siglos, arbitrariamente permitía en si las innovaciones y deformaciones en la parte dogmática, ceremonial y canónica. Así en siglos VI-XI, en todas las iglesias del occidente se afirmó la enseñanza sobre la emanación del Espíritu Santo también del Hijo (filioque). Enseñanzas semejantes, que deformaban las dogmas del cristianismo, la Iglesia Universal, incluyendo a la occidental, siempre consideraba heréticas y a los que las seguían, excluía de su sociedad. Además la iglesia occidental permitió muchos cambios ceremoniales — ayuno el sábado, realización de la Eucaristía sobre pan sin levadura, realización de la oleouncion solo por obispos, celibato del clero, etc. Al fin, en la parte canónica la iglesia occidental permitió una innovación inaceptable, haciendo al papa cabeza y juez supremo de toda la Iglesia Universal. La enseñanza sobre la supremacía del papa, que lo colocaba mas alto que los Concilio Universales, abolió a todas las reglas de la iglesia, instituidas por los Apóstoles y los Santos Padres. Prácticamente esto podía llevar, y en la iglesia occidental llevó, a la deformación de toda la enseñanza de la fe del cristianismo, ya que una sola persona siempre posible de equivocarse, arbitriamente, sin incomodarse por nada, podía introducir nuevas enseñanzas, ceremonias, organización de la iglesia, y así dar a la Iglesia un aspecto diferente que aquel que le fue otorgado por su Fundador Señor Jesucristo y los Apóstoles. Semejantes errores y desviaciones de las reglas generales de la Iglesia, junto con ya existentes diferencias de carácter y dirección de la vida y actividad de las iglesias oriental y occidental, prepararon la separación de la iglesia occidental de su unión con la oriental.

Comienzo de la separación.

Hacia la mitad del siglo IX, se sumaron todas las condiciones para el principio de separación de las iglesias. Como causa sirvió lo siguiente.

Después de la muerte del emperador Teófilo, en 842, el Imperio Bizantino fue encabezado por su hijo de 6 años. Miguel III. Regentes y protectores eran: su madre Teodora, el "carapalato" Teoquistos, el patricio Varda, el hermano de Teodora y el magistro Manuel. Cuando se reanudó la veneración de la imágenes santas al trono patriarcal fue elevado Metodio. Después de su muerte en 846 el trono ocupó el prior Ignacio, hijo del emperador Miguel Rangabeo, conocido por su vida piadosa. Miguel III, cuando llegó a la mayoría de la edad, se entregó a la borrachera y libertinaje, encargando el gobierno a su tío Varda. A su madre, en 854, él destituyó y encerró en el palacio Cariana, y contra la voluntad del patriarca hizo monja a la fuerza en 857. Varda echó a su legitima esposa y vivía abiertamente con su nuera. El patriarca le negó la comunión el día del Bautismo del Señor. Varda odió al patriarca y hablo contra él a Miguel, logrando que esta lo exiliara en la isla de Tenervinf (**). Al trono del patriarcado fue elevado contra su voluntad Fotio, en 857, él tenia cerca de 60 años (su hermano estaba casado con la hermana de Teodora). Fotio se destacaba por su amor a las ciencias y la cultura; antes enseñaba a Miguel y a Constantino el filosofo, y en el ultimo tiempo ocupaba el cargo de primer secretario del estado. En unos pocos días lo hicieron pasar los cargos de iglesia: lector, diácono, sacerdote, y después de obispo. Después de su consagración, Fotio entrego una nota al sínodo de obispos, que él no tomó parte en la destitución de Ignacio y que lo tendrá siempre en estima. Ignacio, a su vez, excomulgó a todos, que no lo reconocían como patriarca. En 859 un concilio local en Constantinopla reprobó la conducta de Ignacio y ratifico a Fotio en el trono. A pesar de los esfuerzos de Fotio, comenzaron las persecuciones de los partidarios de Ignacio, a los que llamaban "acribitas" (**) y consideraban necesario llevar adelante una lucha implacable contra los iconoclastas. De lado de Fotio estaban los llamados "economos", que trataban a los herejes sin severidad. La enemistas se hacia cada vez mas fuerte. Para terminar con estos desordenes en la iglesia, el emperador Miguel, por consejo de Varda, decidió llamar un gran concilio e invitar al mismo papa Nicolás I.

El concilio debía reunirse en Constantinopla en 861. Se enviaron al papa cartas — invitaciones del patriarca y del emperador. A pesar de que en su carta el emperador no menciona la finalidad verdadera del concilio, Nicolás ya sabia sobre las discordias jerárquicas, y como él tendía a la realización de decretalias falso-Isidoras sobre la plenitud del poder papal, se apresuró a aprovechar la ocasión de constituirse juez de la Iglesia oriental. Envió al concilio dos legados con cartas a emperador y a Fotio. A emperador él escribía, entre otros conceptos y con soberbia, que este actuó contra las reglas de la Iglesia, destituyendo a un patriarca y nombrando otro, sin que el papa lo supiera. En cambio, a Fotio lo acusaba de ambición y una ilegal aceptación de la dignidad de patriarca, ya que las leyes de la Iglesia prohibían elevar a un laico, de golpe, a todas las dignidades eclesiásticas; agregaba, que él, hasta ahora, no lo consideraba patriarca, hasta que sus legados investiguen a todo el asunto.

En 861, en Constantinopla, realmente se reunió el concilio en presencia de legados papales. Pero, contra lo que esperaba el papa, los padres orientales actuaban eh forma independiente de su influencia. Ignacio fue reconocido como destituido, y Fotio, como legal patriarca de Constantinopla. Las decisiones del Concilio fueron enviados con legados al Papa para su conocimiento. Fotio agrego, también, su respuesta a la carta del papa, en la cual, con dignidad, explicaba que él recibió la dignidad de patriarca no por ambición, que no lo buscaba, sino que lo obligaron a ser patriarca. En relación con el no cumplimiento de las reglas, Fotio contestó, que estas reglas son decisiones de las iglesias locales y no son obligatorias para la iglesia de Constantinopla, y que hasta en la iglesia de occidente se aceptan estas decisiones. Además Fotio hizo notar al papa, que tan preocupado por la paz en la Iglesia, él mismo la vulnera, ya que recibe a miembros de clero fugados del patriarcado de Constantinopla, que no tienen las notas de presentación. Nicolás fue extremamente disconforme con el resultado del concilio y la carta de Fotio. Él, posiblemente, aceptaría a Fotio como patriarca, si no vería en él un duro adversario a sus deseos de dominación en la Iglesia. Ahora el decide comenzar la lucha con la iglesia oriental, pensando destituir a Fotio y luego someter a su influencia las iglesias de oriente, tal como pasó con las iglesias del occidente. Con ese fin, él escribió una carta al emperador Miguel, en la cual, tomando un tono de juez, dijo, que no acepta las decisiones del concilio sobre Ignacio y Fotio, que él encargo a sus legados de investigar el asunto y no decidir , y que ahora, él considera a Fotio como destituido de la dignidad de patriarca y ordena elevar a Ignacio al trono, sin ninguna investigación, etc. En la carta a Fotio, el papa de nuevo demostraba lo ilegal de su patriarcado y agregaba que si ellos no poseen reglas que prohíban, éstas se encuentran en la iglesia de Roma, que es la cabeza de todas las iglesias y todos deben cumplir sus decisiones.

Después de esto el papa llamo un concilio de sus obispos en 862, en el cual anatemizó a Fotio y restituyó a Ignacio. Además envió una carta general a todos los obispos orientales, ordenando les de cesar su relación con Fotio y relacionarse con Ignacio. En Constantinopla, lógicamente, no obedecieron a papa. El emperador le mandó una áspera carta, donde sin ambages le aclaró la amarga verdad que se mete en asuntos que no le conciernen y que la iglesia de Constantinopla no reconoce su derecho de ser cabeza y juez de la Iglesia Universal. El papa contestó con una carta igual de áspera y la separación entre las iglesias comenzó.

La cuestión de la dirección de la iglesia de Bulgaria, potenció aun mas, las relaciones adversarias entre las dos iglesias. Como se sabe, el zar Boris de Bulgaria, se bautizó en 864. Comenzaron a bautizarse también sus súbditos. Primeros predicadores del cristianismo en Bulgaria fueron los misioneros griegos, así como la primara jerarquía — obispos y sacerdotes. El temor de caer en una dependencia política y religiosa de Constantinopla hizo que Boris buscara la alianza con la iglesia de Roma, mas todavía porque los predicadores latinos ya llegaron en Bulgaria. Boris en 865 mandó una embajada al papa Nicolás y pidió que envíe a Bulgaria a sacerdotes latinos. Nicolás se alegro y envió a obispos y sacerdotes. Después de esto la jerarquía griega fue expulsada de Bulgaria y su lugar ocupó latina. Los obispos y el clero comenzaron a introducir en las iglesias recién creadas sus errores. Así ellos hacían de nuevo la oleouncion de los búlgaros bautizados, diciendo que la anterior no es valida, pusieron el ayuno en sábado en lugar de miércoles, permitieron los lácteos durante la primera semana de Cuaresma; a los sacerdotes griegos casados llamaban ilegales; enseñaban que el Espíritu Santo proviene de Padre e Hijo etc.

Estas acciones del papa y la conducta del clero latino en Bulgaria causaron una mala impresión en Constantinopla. Fotio reunió un concilio local, condenó a todos los romanos y notificó de esto, a todos los patriarcas orientales, con una carta general, invitándolos a un nuevo concilio para ver los problemas de errores de la iglesia de Roma. El concilio se abrió en Constantinopla en 867. Estaban presentes los representantes de los patriarcas orientales, muchos obispos y el mismo emperador Miguel, con su cesar Basilio el Macedonio. Fotio concretamente reveló ante el concilio todos los errores de la iglesia de Roma y propuso destituir del trono al papa Nicolás, lo cual se decidió pedir que haga el emperador Luis. Las discusiones entre las iglesias pronto tomaron otro cariz. El emperador Miguel III fue muerto gracias a las intrigas de Basilio el Macedonio, quien se hizo emperador. En sus planes políticos no entraba la ruptura con papa, por eso, decidió destituir a Fotio y reinstalar a Ignacio. Se envió a Roma una carta denigrante para la iglesia oriental. Basilio el Macedonio sometía él mismo la iglesia oriental al papa, entregándole, para ser juzgado, a Fotio y pidiendo la aprobación de Ignacio. Nicolás no llego a ese triunfo — el murió antes de la llegada de la embajada.

Adrián II, el nuevo papa, se apresuró de aprovechar las circunstancias, que se presentaban tan bien para la cátedra de Roma. El llamó en 868 a un concilio en Roma, anatemizó a Fotio y sus seguidores, públicamente quemó las decisiones del concilio de Constantinopla (867) contra Nicolás, que le mando Basilio el Macedonio y luego envió a su legado a Constantinopla para demostrar su poder con la solución definitiva del asunto de Fotio y Ignacio. En Constantinopla en 869 se reunió el concilio (que en occidente es conocido como 8-vo Universal), el Fotio fue destituido y anatemizado, Ignacio restituido, y lo que es peor, en este concilio la iglesia oriental accedió a todas las exigencias del papa y se sometió a él. Los legados, quienes dirigían el concilio, hablaban solo de la supremacía del papa en el espíritu de las decretalias falso-Isidoras, y lograron hasta hacer pasar la definición que el Concilio Universal no tiene derecho de presentar nada contra el papa. Cuando los legados presentaron al emperador las actas del concilio, él las tomó, pero luego las devolvió. En cambio, en la cuestión de la iglesia de Bulgaria, los obispos orientales y hasta el patriarca Ignacio quedaron inflexibles.

A pesar de las exigencias de los legados, después del concilio, en una reunión particular con Ignacio y representantes de los patriarcas orientales, a pesar hasta de las amenazas a Ignacio, los representantes consideraron justo, en orden de gobernabilidad, de someter a la iglesia búlgara a la griega de Constantinopla. Después de la partida de los legados, Ignacio envió a Bulgaria a un arzobispo griego, que fue aceptado allí, bajo la influencia de Basilio el Macedonio. Junto a esto fueron alejados los sacerdotes latinos de Bulgaria. A pesar que Adrián, al conocer eso, prohibía a Ignacio de inmiscuirse en la dirección de la iglesia búlgara, en Constantinopla no le prestaban atención. De manera, que las discusiones entre las iglesias, que habían disminuido, flamearon con nueva fuerza cuando Fotio por segunda vez ocupó el trono en 879.

Fotio después de su destitución en 869 fue enviado en prisión. El soportaba con extraordinaria firmeza a su situación restringida, no cesando de protestar contra el sometimiento de la iglesia oriental a la romana. El logró hasta despertar hacia si, la simpatía de los partidarios de Ignacio y del mismo emperador Basilio, quien lo llamó de la prisión a su corte, y le encomendó la educación de sus hijos. Después de la muerte de Ignacio, el emperador propuso a Fotio de ocupar el trono patriarcal. Ahora Basilio el Macedonio no valoraba mas sus relaciones pacificas con el papa — mas todavía porque el papa de aquel tiempo era Juan VIII, que estaba muy molesto por el ataque de sarracenos a Italia. Por eso, Basilio, no tomando en cuenta la opinión del papa, restituyó a Fotio. Para levantar la condena a Fotio se reunió el concilio en 879. El papa Juan VIII, a pedido del emperador, envió a sus legados. Accedió a reconocer a Fotio como patriarca, pero puso condiciones que Fotio debía reconocer eso como una gracia papal y negarse de dirigir la iglesia de Bulgaria. La primera condición ni fue presentada por los legados, ya que se les hizo entender que Fotio es ya reconocido como patriarca de Constantinopla y no necesita la confirmación papal. En lo que se refiere a la iglesia de Bulgaria, en el concilio se explicó que la delimitación de los diócesis depende del emperador. Así, las condiciones papales no fueron cumplidos. Pero los legados tuvieron que acceder a levantar la condena de Fotio y a la reanudación de sus relaciones con la iglesia de Roma. Ellos hasta no protestaron cuando en el concilio fue leído el Credo de Nicea, sin el agregado — del Hijo (filioque). Se confirmó a no cambiarlo, bajo la amenaza de anatema. El papa Juan VIII, al recibir las actas del concilio y ver que sus exigencias no fueron cumplidas, exigió de emperador a través del legado Martín la destrucción de las decisiones del concilio. A Martín, por sus atrevidas explicaciones en Constantinopla, lo pusieron en prisión. Ahora, el papa vio claramente, que Fotio no le hará ninguna concesión y no se someterá a su influencia. Por eso lo anatemizo de nuevo. Nuevamente comenzó la polémica entre Constantinopla y Roma, y de nuevo comenzó el conflicto. Los papas siguientes también anatemizaban a Fotio, de manera que este juntó hasta doce anatemas papales. La separación entre las iglesias comenzó.

La separación definitiva de las iglesias en el siglo XI.

Después de Fotio, por segunda vez destituido por el emperador León el Sabio, en 886, y hasta la mitad del siglo XI, las relaciones entre las iglesias oriental y occidental eran bastante indefinidas y raras. Se comunicaban con el papa los emperadores Bizantinos solo por razones personales.

Al final, en la mitad del s. XI comenzaron relaciones activas, que terminaron con la separación completa de las iglesias. El papa en ese tiempo era León IX y el patriarca de Constantinopla, Miguel Cerullario. León IX con todas sus fuerzas trataba de restablecer la vacilante influencia papal, tanto en occidente, como en oriente. Al patriarca de Constantinopla pertenecían algunas iglesias del sur de Italia, y el papa, antes todo, trataba de afirmar allí su influencia. Así en ellas comenzaron a difundirse las opiniones latinas u la costumbre de realizar la Eucaristía sobre pan sin levadura. Además, el papa trataba de prevenir al patriarca de Antioquia contra el Miguel Cerullario. Este, decidió poner fin a las intrigas del papa. Excomulgó a Argir, jefe de ejércitos griegos en Italia, quien colaboró para la Eucaristía sobre pan sin levadura. Cerro en Constantinopla los conventos y templos latinos para que cese la tentación de los ortodoxos, y encargó al arzobispo León de Bulgaria (1053) de escribir una epístola acusatoria contra las innovaciones latinas. Esta epístola llego al papa y causo una gran conmoción en Roma. El papa, a pesar de desear por razones políticas, las relaciones pacificas con el oriente, escribió a Miguel Cerullario en respuesta a la epístola de León de Bulgaria, que nadie se atreva a juzgar a la cátedra apostólica, y que el patriarca de Constantinopla debe tratarla con respeto por las ventajas que le dieron los papas. Como el emperador Constantino Monomaco (1042-54), también por razones políticas, deseaba paz con el papa, la respuesta papal fue recibida con benevolencia. Hasta mas, el emperador y el papa querían afirmar una paz duradera entre las iglesias, y para eso el papa envió a Constantinopla a sus legados. Entre ellos se encontraba el cardenal Humberto, hombre orgulloso y de temperamento corto. El y sus compañeros trataban a Miguel Cerullario con marcada falta de respeto; por eso él se negó de parlamentar con ellos. No tomando esto en cuenta, y confiando en el apoyo del emperador, los legados, bajo pretexto de reconciliación de las iglesias, comenzaron a actuar en favor de la cátedra de Roma. Así, Humberto edito una refutación sobre la epístola de León de Bulgaria y el emperador la difundió entre el pueblo. Por la instigación de los legados, el emperador obligó al monje Nicetas Skifatos, autor de una composición contra los latinos, de quemar su libro. Al fin, los legados, perdiendo la esperanza de someter a su influencia al patriarca, escribieron un acta de excomunión de él y de toda la iglesia griega, acusándola de diferentes herejías. Pusieron este acta, solemnemente sobre el altar, durante el servicio religioso de la iglesia de Sta. Sofía. Luego dejaron a Constantinopla.

El obispo Arsenio en su "Historia de los acontecimientos de la Iglesia," describe así el acto de los legados. "Y de ahí, los legados papales, cansados de la resistencia del patriarca — como decían ellos — se decidieron a un acto descarado: entraron en la iglesia de Sta. Sofía, y cuando el clero se preparaba para oficiar, el sábado a las 15 horas, colocaron sobre el altar principal el documento de excomunión delante del clero y el pueblo. Saliendo de allí, sacudieron el polvo de sus pies, como testimonio, según la palabra del Evangelio (Mat. 10:14) exclamando: "Que vea y juzgue Dios!" Así presenta este asunto el mismo Humberto. En el acta de excomunión se dice entre otros: "lo que se refiere a los pilares del imperio, honorables y sabios ciudadanos, la ciudad (Constantinopla) es la mas cristiana y ortodoxa. Lo que se refiere a Miguel, ilegalmente llamado patriarca y los defensores de su estupidez, están propagándose en él incontables malezas de herejías." Luego se los compara con los simonianos-comerciantes (de gracia divina), valesianos-eunucos, arrianos y luchador contra el Espirito (porque sacaron del Credo 'y del Hijo' — cuan mal sabían los legados a la historia!), maniqueos, nicolaitas (por permitir el clero casado), etc. "Por eso, Miguel, por abuso llamado patriarca, neófito, él que solo por temor humano aceptó el habito monacal, y ahora acusado de pesados crímenes, luego León, obispo de Acrido, el sakelario (**) de Miguel, Constantino, que pisó con sus pies el sacrificio latino y todos los que comparten sus errores y orgullo, hasta que vuelvan a la sensatez, junto con los herejes, diablo y sus amigos, que sea anatema, que sea anatema—maranafa, y que no sean considerados cristianos católicos, sino herejes y prozemitas (**), que sea, que sea, que sea."

El descaro de los legados papales sublevó contra ellos a toda la población de la capital, pudieron salir de allí solo gracias al emperador, quien respetó en ellos el rango de embajadores. El patriarca, en la reunión de su "permanente" sínodo de 12 metropolitanos y 2 arzobispos, y en presencia de otros 7 obispos, que se encontraban entonces en la capital, escribió el 20 de julio una carta conciliar, en la cual condenó las acciones de los enviados papales y a los autores del documento de excomunión, los anetemizó, de lo cual notificó a los otros patriarcas orientales. En esta carta notificatoria se decía, que los legados eran falsos y actuaban sin el conocimiento y representación papal. En realidad el papa León IX, desde el setiembre se encontraba en Benaventes, como prisionero de los nórmanos, y luego, liberado, murió el 19 de abril de 1054, o sea, dos meses antes de la ruptura definitiva. Se puede concluir, que los legados fueron instrumentos de la voluntad del fuerte partido de cardenales romanos y otros enemigos del poder griego en el sur de Italia. En sus acciones ellos se apoyaban sobre los latinos que vivían en el imperio griego, a los cuales justamente mencionó el patriarca.

 

Las herejías y sectas en el Occidente.

Las corrientes teológicas en el occidente.

En el occidente, en los siglos 9 y 10, la dirección de la educación espiritual era biblico-practica. Todo el interés teológico se concentraba en el estudio de Sagradas Escrituras, según la interpretación de los maestros antiguos. No había estudio de las dogmas de la Iglesia, y por eso no había ciencia teológica. Pero en los siglos 11 y 12m en el occidente se despertó el amor por las cuestiones abstractas teológicas y la tendencia de concentrar toda la instrucción de la fe de la Iglesia en un sistema científico. Esta tendencia coincide con el enaltecimiento político del papado y de iglesia, junto con la difusión de la filosofía de Platón y particularmente de Aristóteles. El resultado de este movimiento intelectual es la aparición en el occidente de la ciencia teológica, que se desarrollo en dos direcciones — escolástica y mística.

La escénica de la ciencia teológica, bajo el nombre de "escolástica" ( de la palabra escuela "schola") consistía en la tendencia de unificar la Revelación y la filosofía, la fe y el conocimiento. La importancia de la Revelación y filosofa en esta unificación se presentaba en esta forma: La Revelación aportaba el material teológico y la filosofía — la forma. Las verdades de la Revelación debían quedar siempre intactas; en esto consiste el rasgo característico de escolástica, que ella no tocaba el ser de la enseñanza de la fe, de la Iglesia, y todo aquello en que creía la Iglesia (correcto ó incorrecto) aceptaba como una verdad absoluta. La filosofía, en cambio, (propiamente la dialéctica) debía trabajar, aclarar, demostrar y ordenar el material aportado por la Revelación. De ahí, como se decía en medievo, la filosofía era la sirvienta de la teología. Por ejemplo: viendo la enseñanza de la iglesia, que todos los hombres pecaron en Adán; ó — que Dios se hizo hombre; ó — que Cristo está presente siempre en la Eucaristía, — la escolástica todo esto tomaba como verdades incuestionables. Pero, intentaba investigar las cuestiones: como podían todos los hombres pecar en Adán; porque Dios se hizo hombre; como Cristo puede siempre estar presente en Eucaristía. Ante semejante planteamiento de las cuestiones había un espacio pleno para conclusiones intelectuales y diferentes pensamientos de la mente. Aquí, justamente, estaba el trabajo de la filosofía con su dialéctica. Los teólogos escolásticos siempre se destacaban, en realidad, por una extraordinaria fecundidad de pensamientos y la mas fina agudeza dialéctica. Luego el trabajo de filosofa era: todos los puntos de la enseñanza de la fe, investigados pro y contra, explicados y demostrados de todos lados, llevar a la unidad entera y presentar relacionados y en su sucesión ó sea, crear un sistema teológico. Los puntos demostrados por los principios de intelecto de la enseñanza de la fe se hacían no objeto de la fe, sino de conocimiento. De manera que la finalidad de escolástica era llevar a la fe al grado de ciencia. En sus tendencias para alcanzar los problemas y metas, la escolástica hizo mucho bien, paro también mucho mal. El mérito principal de escolástica consiste en que ella, con sus investigaciones y argumentos, dio a la enseñanza de la fe de Iglesia, claridad, exactitud y definición, y la llevó al orden y sistema. El lado deforme de la escolástica está en lo siguiente: Para confirmar a las verdades teológicas, los escolásticos, a menudo, aportaban demostraciones vacías y de poco valor. Ellos los consideraban importantes, proponían numerosas preguntas poco sensatas y curiosas, y también, las contestaban en forma poco seria; se ejercitaban en discusiones dialécticas, poniendo el énfasis no en la escénica de la fe, sino en la destreza y habilidad de las demostraciones. Sus sistemas teológicos constituían unos compendios de verdades, presentados en forma relacionada, pero embrollados y pico útiles por sus infinitas divisiones y subdivisiones. En síntesis, los teólogos escolásticos prestaban su atención exclusivamente a la parte formal del asunto: para ellos fue importante no la enseñanza de la fe, sino su planteo. De ahí pasó que los escolásticos elevaron al grado de dogmas a numerosas enseñanzas erróneas, que existían en la iglesia de Roma en forma embrional, ó en forma de opiniones separadas. Con el paso del tiempo, ante la dominación completa de escolásticos, toda la teología de la iglesia de roma concluyo en sólo una forma y los dogmas de la iglesia se podía aceptar solo como la presentaban los escolásticos. La fe viva y activa, igual que la investigación inteligente en la materia de religión, pero que no coincidía con los escolásticos, se destruía completamente.

Paralelamente con la dirección escolástica n la teología, marchaba la dirección mística (de la expresión de cerrar los ojos). La escolástica trataba de entender la enseñanza de la fe de la Iglesia por el camino del intelecto y por medio de conclusiones lógicas. Los teólogos de la dirección mística, al contrario, querían concebir al dogma con el sentimiento, por el camino de contemplación interior y la profundización en si mismo. La mística afirmaba que el hombre puede conocer a Dios y a toda la enseñanza revelada, no a través de demostraciones dialécticas, sino a través de la elevación del espíritu a Dios que es la forma de contemplación directa. Al encontrarse en el estado de contemplación y éxtasis, el hombre siente en su alma la presencia de la Divinidad, se siente pleno e iluminado por Esta. En esto consiste el conocimiento de Dios directo e interior. Es el grado débil de aquel conocimiento que tendrá lugar en la vida futura. Para alcanzar aquí, en la tierra, la contemplación y el cono cimiento de la Divinidad, decían los místicos, hay que pasar varios grados de perfeccionamiento propio. En realidad, ellos proponían tres grados: el primero — el la purificación, ó sea, la liberación del espíritu por medio de ascetismo de los lazos de la naturaleza sensorial. El segundo — es iluminación, ó sea, la vida interior puramente espiritual, cuando el espíritu vive y actúa, perfectamente libre de la influencia del mundo sensorial. El tercer — es el cumplimiento, ó sea, la realización en Dios, Quien llena a todo el ser del hombre. El hombre, pleno de la presencia de la Divinidad, se encuentra en el estado de iluminación y éxtasis, que se manifiesta aquí, en la tierra, por acciones de carácter divino (milagros, profecías, etc.).

La dirección escolástica en la teología occidental la afirmó Anselmo, obispo de Canterbery (murió en 1109); y la mística — el conocido Bernard de Clerveau (murió en 1153), en el siglo 13, en la persona de monje dominicano Tomas de Aquino (mur. 1274), llegó a su máximo desarrollo. En el siglo 15, las facetas oscuras de escolástica, un formalismo vacío y la casuística recibieron su importancia dominante. Prácticamente, la escolástica, con sus demostraciones en pro y en contra, resultó moralmente nociva. Aparecieron los intentos de justificar a los crímenes con ayuda de casuística. De esta manera la escolástica agotó a si misma, y al principio del s. 16, desapareció completamente, pero sus vestigios en la teología quedaron por largo tiempo. La mística, en el s. 15, tomó una dirección mas practica, que se expresaba por la predica de la vida verdaderamente justa.

El mas destacado representante de la mística practica fue Tomas Kempis (murió 1471), quien dejó la obra "La imitación de Cristo," que recibió el reconocimiento universal y que goza hasta ahora de respeto general en el occidente.

 

Nuevos dogmas en la iglesia de Roma.

En la Iglesia Romana, durante la dominación de escolástica y con su ayuda, aparecieron nuevas dogmas. De ellos se destacan principalmente: 1) la enseñanza de los méritos de los santos, que sobrepasan las deudas; 2) sobre las indulgencias; 3) sobre el purgatorio. Todas estas enseñanzas eran el resultado de la desfiguración de la idea de redención por los teólogos escolásticos.

La enseñanza sobre los méritos, que sobrepasan las deudas, de los santos, salió del punto de vista pelagiano, sobre el estado del hombre antes y después de su caída en el pecado, y de estas mismas opiniones sobre la absolución y la salvación del mismo. Según su concepto, la justicia original (justitia originalis), consistía exclusivamente de dones extraordinarios de Gracia (dona supranaturalia). La caída en el pecado, solo llevó a la privación de estos dones; las fuerzas morales del hombre quedaron tal como estaban antes de la caída, con las mismas perfecciones y fallas, que fueron otorgados a su naturaleza por el Creador. Solo — antes de su caída, las fallas no se manifestaban bajo la influencia de los dones de Gracia, y con la privación de éstos, se hicieron visibles. De ahí, la redención, según los escolásticos, consistía en la devolución al hombre de la verdad original, ó sea, de los dones sobrenaturales de Gracia. La Gracia, por los méritos del Señor Jesucristo, es devuelta al hombre. Sobre la restauración de las fuerzas morales del hombre, entre los eclesiásticos no hay mención, ya que estas no fueron vulneradas. Entre ellos, tanto la caída, como la redención se presenta como una especie de acto jurídico. Pecó el hombre — se le quita la gracia; redimido — la gracia le es devuelta. En ambos casos, la gracia se le agrega en forma externa. Pero Jesucristo, siguen los teólogos latinos, redimió a los hombres solo del pecado original y de sufrimientos eternas. Por los pecados cometidos después de la redención, el hombre mismo debe traer la satisfacción (satisfactio), con sus hazañas. Esto le es posible, ya que él, a causa de fuerzas morales no vulneradas, puede, personalmente, hacer muchas obras de bien. Los santos tienen tantas obras de bien, que no solo cubren sus propios pecados, sino éstas les sobran. Este exceso de obras de bien, es su mérito sobrante por encima de la deuda. Como demostración de su enseñanza, los escolásticos citaban erróneamente, los mandamientos del Salvador sobre la vida moralmente perfecta, como por ej., alejarse de matrimonio, la pobreza voluntaria, y otros. Encontrando en los santos estos méritos sobrantes, los eclesiásticos los llamaban "el tesoro de los méritos sobrantes de los santos."

Este tesoro se transformo en la base de indulgencias. La indulgencia no es otra cosa que el mal modo de la disciplina de la penitencia. En la antigua Iglesia Universal existía la costumbre de aplicar una penitencia publica sobre los penitentes. En la iglesia Romana ante la general licencia de costumbres en la Edad Media, las penitencias tales como ayunos, aprecian difíciles de hacer cumplir. La jerarquía servicial comenzó a hacer atenuantes. Sustituía a las penitencias con algunas acciones mas fáciles. Instruía al penitente que visite tal o cual iglesia, ó algo semejante, y por eso perdonaba a los pecados. Pero esto es poco — de acuerdo con el orden jurídico de la vida eclesiástica occidental, aprecia posible sustituir a las penitencias por donaciones de dinero para algo bueno, la iglesia ó los pobres. Las penitencias en forma de dinero estaban comunes en el siglo 10. De manera que, por dinero se evitaba la penitencia, se hacia una condescendencia ó indulgencia. Por dinero se podía recibir la absolución de los pecados. Al final del siglo 11 comenzaron las cruzadas. Las hazañas de los cruzados, según los latinos, equivalían de todo tipo de penitencias. Los papas, que eran los principales organizadores de las cruzadas, para atraer mayor numero de hombres, comenzaron por estas hazañas dar bulas, en las cuales se inscribían las indulgencias, la absolución de los pecados, no solo cometidos, sino hasta por cometer. Se podía participar de las cruzadas no solo con hazañas personales, sino con donaciones de dinero para las cruzadas. Por eso, los papas consideraban legal dar las indulgencias por el dinero, donado para las expediciones. Los papas entendieron rápidamente, que las indulgencias eran una buena fuente de ingresos, y comenzaron a dar indulgencias no solo para las cruzadas.

Las indulgencias se trasformaron en una operación comercial. En los siglos 14 y 15, el comercio con las indulgencias tomó un carácter escandaloso. Todo sentimiento religioso estaba indignado por eso. Los teólogos escolásticos tomaron sobre si dar a este exceso de mal, una base dogmática. Partían del concepto que Jesucristo trajo la satisfacción a la iglesia Divina, solo por el pecado original y salvó a los hombres de sufrimientos eternos, pero, por los pecados cometidos después de la Redención, el hombre debe, él mismo, traer la satisfacción, y que las penitencias por los pecados son aquellas hazañas, con las cuales se satisface la justicia Divina.

(Según la enseñanza ortodoxa, las penitencias son solo medicinas y medios para la elevación espiritual de las fuerzas morales del hombre, y no hazañas que lo redimen de pecados). Los teólogos escolásticos ponen la penitencia a la misma altura que todo tipo de hazaña y obras de bien. Pero no todo hombre tiene la cantidad suficiente de obras de bien para liberarse de castigos temporales. En este caso, a su ayuda viene la iglesia. En su disposición ó mas bien, del papa, se encuentran los tesoros de méritos de los santos. El papa toma de ahí tantas obras de bien, que son necesarios para la satisfacción de los pecados de alguna persona, y las pasa a la "cuenta" de esta persona. Sobre la base d tal atribución de las obras de bien del santo — al pecador se produce la absolución de los pecados con la entrega de la indulgencia. En estrecha unión con este concepto se encuentra la enseñanza sobre el purgatorio.

La enseñanza sobre el purgatorio es la deformación de la enseñanza ortodoxa sobre el estado de pruebas (exámenes) de las almas después de la muerte, y las oraciones por ellas. Los escolásticos decían, que si el hombre no se libera del castigo por sus pecados con sus hazañas durante la vida, el castigo lo sigue en la otra vida. Después de la muerte las almas entran en un lugar donde sufren castigos, que los purifican de los pecados no pagados. Este lugar es el purgatorio. Los escolásticos, junto con el pensamiento popular, hasta aceptaban la existencia en el purgatorio de fuego materia. Para librar el alma de este fuego hay que dirigirse al tesoro de los santos y recibir la indulgencia en nombre del alma que se va a liberar. Papa Sixto 4, en 1477, instituyó definitivamente el dogma, según el cual las almas de los muertos se liberan del purgatorio por medio de indulgencias; haciendo notar, sin embargo el peso importante de sus oraciones personales por los pecadores.

 

Sectas en la iglesia Romana en los siglos 11-15.

La vida de la iglesia en el occidente, en siglos 11-15 presentaba muchas anomalías. Los papas usaban su poder espiritual solo para conseguir el dominio mundial y eran no tanto jerarcas de la Iglesia, como déspotas, que pisoteaban a todas las leyes de moral y justicia. Los obispos, en su mayoría, no se destacaban por su moral y solo se preocupaban de intereses mundanos; el clero sorprendía por su ignorancia y corrupción; el pueblo, que desconocía las verdades cristianas, estaba sumido en supersticiones. Tanto en la jerarquía, como en la feligresía de la iglesia de Roma, había una total incomprensión u olvido de la meta de la vida cristiana. La vida de la iglesia en occidente tomó la dirección sensual, y la iglesia romana representaba una institución no tanto divina, como humana. Tal laificacion de la iglesia llevaba a la gente, que valoraba los intereses religiosos a separarse de ella y formar sociedades religiosas independientes, que trataban a restablecer a la verdadera Iglesia. Pero, armándose contra el mal uso importante de la iglesia, al separarse, pasaban los limites permitidos y se transformaban en sectantes. De manera que la tendencia de reformar a la iglesia, en los siglos 11-15 se transformó en el occidente en la formación de las sectas: cafares, albigenes, valdences y otras.

Cafares y albigenes. En el siglo 11 y particularmente 12, en el occidente, en distintos lugares, aparecieron numerosos sectarios. Los llamaban en forma diferente: maniqueos, búlgaros, publícanos, tejedores, y otros. Ellos se llamaban a si mismos cafares, porque a su secta la consideraban una iglesia verdaderamente pura, y en el sur de Francia se llamaban — gente buena. Durante la cruzada contra los herejes del sur de Francia, en el principio del s. 13, a cafares los llamaban albigenes, por su centro en la ciudad de Albi. La enseñanza de los cafares es parecida a la de pabliquianos orientales y bogamilos. Como a ellos también llamaban búlgaros y pabliquianos, con certeza se puede suponer que su secta fue llevada al occidente de Bulgaria, donde se encontraba el centro de bogomilos. Los pensamientos de bogomilos podían ser fácilmente aceptados en Occidente, ya que se podían poner como base de la oposición contra la iglesia imperante. En la base de la enseñanza de cafaros y bogomilos se haya el dualismo maniqueo. Pero, con esto, una parte de cafaros aceptaba el dualismo absoluto: dos principios — el bueno y el malo, con dos creaciones. La otra aceptaba el dualismo relativo, considerando el principio malo como espíritu caído, quien primero llevó a la vida del mundo el elemento del mal. A los sacramentos, la veneración de la cruz , las imagines santas (iconos), y toda la parte ceremonial de la religión, los cafaros consideraban igual que bogomilos. En lugar de bautismo ellos tenían el bautismo espiritual por la imposición de las manos y del evangelio apócrifo de Juan sobre el bautismo. Ellos creían que así se comunica el Espíritu Santo. Negando a la Eucaristía, ellos decían que comulgan cada día, comiendo a los alimentos santificados con la oración "Padre nuestro." Rechazaban al matrimonio y con sus esposas vivían como con hermanas. Rechazaban a la jerarquía y al papado, y al papa consideraban anticristo. Al Antiguo Testamento, igual que los bogomilos, no le daban ninguna importancia. Su secta se dividía en oyentes, fieles y elegidos ó perfectos. En la vida , al fin, eran severos ascetas. En general, en la secta de cafares fue desarrollada mas la parte practica y no la teórica del dualismo. El rechazo de toda la fachada y ceremonias de la iglesia y la vida bajo la dirección inmediata del Espíritu Santo, — son sus particularidades características. En la segunda mitad del siglo 12, los cafaros se difundieron mucho en el sur de Francia, donde los protegían los potentados, condes y barones. Los papas tomaban distintas medidas para destruir a los herejes, pero ni persuasión, ni severidades llegaban a la meta. Los potentados laicos del sur de Francia no se rendían. El papa Inocencio 3 (1198-1216), trató con gran energía a convertir a los herejes.

En 1198 él envió al sur de Francia a sus legados con ilimitados poderes. Pero solo Dominico, que se agrego a los legados, logró convertir a unos pocos. Los legados tuvieron poco éxito y hasta uno de ellos fue asesinado (Pedro Castel 1208). Entonces Inocencio levantó contra herejes una cruzada. Los cruzados, en realidad los mas terribles bandidos, entraron en el sur de Francia y comenzaron con espada y fuego a convertir a los herejes. Así, en la toma de la ciudad de Basiera, mataron a 20.000 personas. A todo esto, el legado papal ante la duda de ellos de matar por error a algún católico, gritaba: "maten los ya que el Señor conoce a los Suyos!" Durante 20 anos enteros devastaban el sur de Francia y por fin lo limpiaron de los herejes. La iglesia de Roma se ocupó que no reaparezcan mas los herejes en el futuro. En Concilio de Toulouse, en 1229, fueron discutidos y aprobados reglas severas para buscar y castigar a los herejes. El papa Gregorio 9, en 1232, instituyó para eso el juicio de inquisición, que dio a la orden dominicana. Inocencio 4 en 129 permitió en el juicio de investigación usar torturas.

La secta de valdenses tomo comienzo en la segunda mitad de s. 12, de Pedro Vald, un comerciante de Lyón. Este era un hombre profundamente religioso, que gustaba leer las Sagradas Escrituras, que le tradujeron dos clérigos. A través de esta lectura, él conoció la Iglesia del siglo de los apóstoles y, comparándola con la iglesia de Roma, se dio cuenta que esta ultima se alejo mucho de aquella. La súbita muerte de uno de sus amigos sirvió como ocasión para el paso decisivo. El distribuyó a sus posesiones a los pobres, y para restituir la iglesia apostólica, se trasformó en un predicador ambulante de la penitencia y conversión al camino de la verdad. A él se unieron otros y se formo toda una sociedad de predicadores ambulantes. Los llamaban "los pordioseros de Lyón", "los humildes", "los sabotados" (del calzado de madera 'sabot', que usaban). Nada nocivo había en su predica. Pero a pesar de esto, el arzobispo de Lyón les prohibió la predica, y el papa en 1184 hasta los anatemizó, ya que le parecía una ofensa a la jerarquía sus deseos de enseñar en la iglesia. Además los valdenses afirmaban, que los verdaderos maestros en la iglesia pueden ser solo los que toman voluntariamente la hazaña de pobreza apostólica.

Vald fue expulsado de Lyón; durante largo tiempo predicó en Italia, Alemania, se estableció por fin en Bohemia, donde murió en 1297. Sus seguidores también se dispersaron, pero en algunos lugares formaron sus comunidades. Los valdenses no pensaban separarse de la iglesia, pero, cuando la iglesia dominante los rechazó, se pusieron en oposición a ella. Armándose contra ella, llegaron a negar a toda jerarquía en general, y luego hasta todas las acciones sagradas, realizadas por ella. Así ellos rechazaron el papado, el derecho de la jerarquía a absolver los pecados y confesión en general, la comunión, etc. Luego dejaron de venerar a las imágenes y reliquias, y de esta manera los valdenses, en lugar de restituir a la iglesia apostólica, se acercaron en parte, a los cafares. En su vida eran hombres de alta moral, sacando las reglas de la vida exclusivamente del Evangelio, ellos querían a pie de la letra cumplir a todos los mandamientos del Salvador, y por eso rechazaban la defensa propia, la guerra, los juramentos, etc., hasta los católicos hablaban positivamente de su vida. Los intentos del papa Ignacio 3 de atraerlos a la iglesia y trasformas a su comunidad en una orden monástica mendicante, no tuvieron éxito, ya que sus diferencias con la iglesia eran demasiado grandes.

 

La Reforma.

La disconformidad general con la iglesia de Roma.

Con la aparición de sectas en el Occidente, se expresó una fuerte protesta contra la corrupción de la iglesia Romana. Pero en siglos 11 y 15, no solo los sectantes se levantaban contra las fallas de la iglesia imperante. En todas las capas de la sociedad cristiana occidental había muchos disconformes con la situación de entonces, Pero ellos no se separaban de la iglesia. Cuando los abusos del papado y de la jerarquía llegaron al limite, las exigencias de reformas se hacían cada ves mas insistentes. Se odiaba particularmente al papado, que trasformo a la iglesia en un reino humano. Todos — los soberanos con sus gobiernos, los científicos y obispos, el clero y el pueblo — en siglos 14-15, exigían, en nombre de Evangelio y cristianismo apostólico, reformas a la iglesia en su cabeza y miembros. Del papa exigían que resignara el poder civil y que, limitándose solo al poder espiritual, lo usara sin violencia y libertinaje, en los limites de las leyes de la iglesia. Se exigía la introducción de una severa disciplina en la vida de la jerarquía y clero, y mejoramiento de su moral. Se exigía la destrucción de las indulgencias y también la purificación del conocimiento de excrecencias escolásticas. Se exigía la difusión en el pueblo de educación religiosa y restitución de la piedad en la iglesia, etc.

Los teólogos científicos en sus escritos demostraban básicamente la necesidad de estas reformas. La universidad de París fue el centro de movimiento reformador. De ahí salieron los científicos — partidarios de reformas, como por ej., el canciller de la Universidad Nicolás von Clemange (mur. En 1440) y otros. Los papas, por supuesto, no querían saber nada de reformas. Entonces tanto los gobiernos, como hasta personas civiles trataron de emprenderlos. El gobierno trataba de alcanzarlo por medio de concilios reformadores — de Pisa, Constanza y Basel. Las personas civiles contaban con el apoyo de científicos y masas populares. Pero los intentos quedaron como tales. La sociedad cristiana occidental se hallaba todavía bajo la influencia del poder papal y temía hacer un paso decisivo. Por otro lado, la experiencia d muchos siglos de los papas les daba la posibilidad de destruir a tiempo los planes de los reformadores. Pero, sin embargo, estos intentos marcaron el camino de la reforma verdadera.

Wiklef.

El teólogo ingles John Wiklef (1324-84) presentó sus ideas reformadoras en la segunda mitad de s. 14. La circunstancias le favorecían. En el reinado de Eduardo III, el gobierno de Inglaterra comenzó paulatinamente a liberarse de la protección del papado y por eso miraba con agrado a sus adversarios. Wiklef comenzó con la edición en 1356 de su obra: "Sobre los últimos tiempos de la Iglesia," luego, durante la lucha de la universidad de Oxford con los monjes mendicantes, comenzó a demostrar, oralmente y por escrito la inconsistencia del monaquismo. En 1366, cuando el gobierno se negó a pagar el impuesto feudal al papa, Wiklef salió en defensa del gobierno. Por eso él fue nombrado profesor y doctor de teología en Oxford.

En 1374 Wiklef, por indicación del gobierno, viajó con otros a Avignon para hablar con papa. Allí, él personalmente observó la corrupción del papado y al volver comenzó a predicar que el papa es "el anticristo." En sus ataques, Wiklef comenzó a rechazar el sacerdocio, demostrando que no la consagración, sino la piedad personal de hombres es la base se sus derechos para dirigir y celebrar los oficios divinos en la iglesia. Esto dio pie a los monjes mendicantes de acusarlo de herejía. El papa Gregorio XI en 1378 instituyo un juicio sobre Wiklef. Gracias a la defensa del gobierno ingles él evitó de ser condenado, conformando a los jueces con sus aclaraciones.

Esto coincidió con la escisión papal. Wiklef renovó sus ataques y rechazó completamente el poder de los obispos. El proponía restablecer "la organización presbiteral de los apóstoles." El rechazaba por completo a la Sta. Tradición, la enseñanza sobre el purgatorio y las indulgencias. Como única norma de la enseñanza de la fe, reconocía solo a Sagradas Escrituras. La consagración de óleos no consideraba necesario, la confesión oral tomaba como violación de la conciencia y proponía conformarse con el arrepentimiento interior del hombre ante Dios. En la Eucaristía aceptaba solo la presencia espiritual de Cristo y no Su presencia real. Demostraba la necesidad plena de simplicidad en el servicio religioso, proponía permitir a los sacerdotes la vida matrimonial y suprimir la clase monástica, ó por lo menos considerarlos iguales a los laicos. En general Wiklef trataba de limitar toda intermediación entre Dios y el hombre y la salvación ponía en dependencia de la relación personal del hombre con el Redentor. El fundó una sociedad de hombres piadosos, para la difusión en el pueblo de conocimiento religioso y predica del Evangelio. El comenzó a traducir las Sagradas Escrituras en ingles.

Contra Wiklef de nuevo comenzaron las presentaciones. En 1382 en el concilio de Londres, su enseñanza fue condenada como herética en 24 capítulos. El rey Ricardo II pudo solo defender al mismo Wiklef, quien se fue de Oxford a la parroquia de Lutterwort, donde murió. Poco antes de la muerte él escribió una obra donde expresó sus pensamientos reformadores. Luego, Wiklef fue condenado en los concilios Romanos (1412) y de Constanza (1415). Quedaron seguidores no solo del pueblo, sino de clases altas. Los llamaban "herejes lollardas (**)." Bajo la presión de los papas, el gobierno ingles les restó su consenso, y hasta ayudaba a la iglesia en su persecución. Pronto perdieron toda importancia. Pero las ideas de Wiklef tuvieron raíces profundas tanto en Inglaterra, como en otros piases,

Juan Guss.

Juan Guss fue profesor de teología en la Universidad de Praga en Bohemia. Wiklef llego a rechazar lo importante de la religión. Guss, al contrario, levantándose contra la corrupción de la iglesia de Roma, permanecía sobre el suelo de la iglesia y hasta mas — él era el defensor de la antigua ortodoxia. Nació en 1369 en un pueblo de Bohemia del Sur, Gussins. Se educó en la universidad de Praga, donde, desde 1398 enseñaba también en Bohemia. Allí, en siglo 14, surgió un movimiento para restablecer la antigua ortodoxia, predicada en aquel país por los santos Cirilo y Metodio. El servicio religioso en lengua eslava y la Comunión de los laicos en dos especies, constituían el primer objeto de los deseos de los habitantes de Bohemia.

Juan Guss, al ocupar la cátedra de profesor, se hizo un defensor de la vuelta a la antigua ortodoxia. En 1402 él ocupó el cargo de predicador en la capilla de Belén, (una iglesia particular). En sus predicas en eslavo él enseñaba al pueblo la fe y la vida según el Evangelio. Con esto, él tuvo que hacer menciones tajantes sobre los sacerdotes y monjes católicos. Al tomar conocimiento de la obras de Wiklef, simpatizó con ellas, pero no participaba con sus puntos de vista extremos. Los defensores del latinismo comenzaron a acusar a Guss de la herejía de Wiklef.

Pronto sucedió el choque. A Praga vinieron dos teólogos, seguidores de Wiklef, y expusieron dos cuadros. En uno estaba representada la marcha del Salvador en corona de espinas, con Sus discípulos; en otra — la marcha del papa a Roma en la triple corona de oro y en compañía de sus cardenales. En la universidad comenzó la polémica; los de Bohemia tenían una voz, los alemanes y polacos, dos. Guss, no estaba de acuerdo con el compartimiento de los ingleses, pero se expresó en contra del papado en el espíritu de Wiklef. Por cuestiones nacionalistas, los profesores extranjeros estaban en contra de Guss. Ellos compusieron una definición que condenaba a las 44 posiciones de Wiklef. Pero Guss, en 1409, recibió del rey Wenceslavo, un decreto, por el cual a los miembros de la universidad de Bohemia se les asignaba la mayoría de las voces. Después de esto, los Bohemios, con Guss a la cabeza, se expresaban decididamente contra la iglesia de Roma. Entonces contra Guss salió el arzobispo de Praga Sbinko. El envió un informe sobre él a Roma, de ahí, en 1410, vino una bula que ordenaba quemar a las obras de Wiklef, y a sus seguidores juzgar. Fue también prohibido predicar en iglesias particulares. Guss envió a papa una apelación, donde demostraba que en las obras de Wiklef, hay mucha verdad; y no dejó de predicar en la capital de Belén. El papa exigió que venga a Roma. Gracias a la ayuda del rey y de la universidad, el asunto de Guss terminó pacíficamente en Praga.

Mas tarde papa Juan XIII, organizando una cruzada contra sus enemigos, envió a Bohemia en 1412, una bula en la cual daba indulgencia a todos los cruzados. Guss se rebelo contra eso en escritos y predicas, y Jerónimo de Praga quemó a la bula papal. El pueblo estaba de su lado; comenzaron las agitaciones. En 1413 llego otra bula con la excomunión de Guss y el interdicto a Praga. Guss escribió la apelación al Mismo Señor Jesucristo, o sea, tenia la esperanza de encontrar justicia en la tierra. Al mismo tiempo edito una obra "Sobre la iglesia," donde demostraba que la verdadera iglesia debe constar de creyentes. Así, como el papa se cayó de la fe, no es mas miembro de la iglesia y su excomunión no tiene fuerza. El arzobispo de Praga logró expulsar a Guss de Praga.

En 1414 se reunió el concilio d Constanza. Como consecuencia de la apelación de Guss al Concilio Universal, lo llamaron a Constanza. El emperador Segismundo le dio hasta la nota protectora. A; llegar a Constanza, Guss tuvo que esperar largo tiempo que lo interroguen, después de esto lo arrestaron. El emperador no deseo de insistir en su liberación. El Concilio estaba indignado por la exigencia de Guss, que el error de sus opiniones debe ser demostrado en base a Sagradas Escrituras. Esto se consideró como una herejía. El Concilio solo quería la limitación de la arbitrariedad papal, sobre cuestiones restantes miraba con un criterio muy estrecho. El destino de Guss no se decidía, ya que el concilio resolvía el asunto de Juan XIII. Los interrogatorios de Guss se hacían en prisión. Después de siete meses de cautiverio él fue llamado a la reunión solemne del Concilio. El continuaba con sus exigencias: demostrar con Sagradas Escrituras si está equivocado. El concilio lo reconoció hereje y condeno a la hoguera.

6 de julio de 1415 Guss murió en la hoguera. Jerónimo de Praga, que vino al concilio junto con Guss, después de largo tiempo en la prisión, fue quemado en 1416.

Pero el movimiento reformador de Bohemia no terminó. Los bohemios, que sostenían a Guss antes y durante el concilio, después de su muerte todos se levantaron contra la iglesia de Roma. Sus seguidores, con el permiso de Guss, (gussitas), introdujeron la Comunión en dos especies. El concilio de Constanza rechazó esta Comunión como herética, y los bohemios decidieron conseguir el cáliz con las armas. A los gussitas se unieron muchos ciudadanos y de clase alta. Su jefe era Juan Zhizhko. El, con 40.000 seguidores se fortificó sobre una montaña, a la que llamó Tabor. En checo el campamento se llama "tabor", de ahí ellos se llamaron taboritas. Ellos eran la parte izquierda del movimiento gussita general. Su parte religiosa se manifestaba en servicios religiosos, donde los sacerdotes confesaban, daban la comunión bajo 2 especies y predicaban. Existían ágapes de hermanos. Tendían a guardar la pureza moral.

Al mismo tiempo, en este movimiento tenían gran importancia los problemas nacionales y sociales. Los taboritas tendían a la abolición del poder de los alemanes y hacia una plena individualidad y independencia de la nación checa. La clase baja estaba impregnada por el odio hacia el clero católico, que vivía suntuosamente y oprimía el pueblo con distintos impuestos. El arzobispo de Praga era dueño de hasta 900 aldeas y muchas ciudades, que por su tamaño y bienestar se igualaban a las del rey. Los taboritas, viviendo en su montaña, por odio al clero y clases pudientes, destruían templos y hacían muchos desmanes. Su ideal era la república democrática. Ellos negaban la jerarquía, tanto espiritual, como civil.

Cuando en 1419 murió el rey de Bohemia Wenseslao, los bohemios se negaron a jurar a su heredero el emperador Segismundo, quien traicionó a Guss. Toda la Bohemia se levantó contra él. El papa Martín V envió a Bohemia varias cruzadas, pero no logró nada. Los gussitas, con éxito, repelían a las agresiones. Su segundo jefe (desde 1424) Prokop el Grande, con sus victorias sobre los cruzados, horrorizaba a los países vecinos. En esta situación se encontraba Bohemia hasta la abertura de Concilio de Basel en 1431. En éste se decidió de reconciliar a los gussitas con Roma. Para este tiempo los gussitas se separaron en dos partidos. Los mas moderados de ellos, a los cuales no les gustaban las opiniones extremas, estaban de acuerdo con la reconciliación, con las condiciones de conservar la comunión bajo dos especies, la predica en el idioma del país y se quiten al clero sus propiedades y que tengan un severo juicio de la iglesia. Estos gussitas se llamaban caliestinos (de calies = cáliz), y ultracvistas (**). Otros gussitas, los taboritas, que llevaron el odio hasta el fanatismo, exigían además la separación de la veneración de las imágenes, abolición de la confesión secreta, etc. El concilio de Basel invitó para las negociaciones a los diputados gussitas. Fueron en 1433, 300 hombres. Largas conversaciones no tenían éxito y gussitas volvieron a casa. El concilio envió en pos de ellos una embajada con la proposición de concesiones. El concilio accedía a cumplir 4 exigencias de los caliestinos y éstos últimos se unieron a la iglesia. Pero en 1462 papa Pío II declaró nulas estas concesiones. Después de esto los caliestinos comulgaban en secreto bajo 2 especies. Los taboritas, hasta después de las concesiones, quedaron enemigos irreconciliables de la iglesia de Roma. En 1434, después de una cruel derrota por los ejércitos católicos, tuvieron que calmarse.

Cerca de 1450, los taboritas restantes formaron una pequeña comunidad bajo el nombre de hermanos bohemios o moravos, la cual, sin armas, trataba de vivir en soledad y en base a pura enseñanza evangélica. En el siglo 16, esta comunidad se difundió particularmente y se puso al mismo nivel que otras comunidades religiosas que aparecieron después de la reforma.

Savanarola.

Las tentativas de hacer reformas en la iglesia aparecieron hasta en Italia, cerca del mismo trono papal. En calidad de reformador de la iglesia se presento en Florencia un monje dominicano Jerónimo (Dgirolamo) Savanarola, hombre de vida severa, pero caliente y impresionable. En su tiempo, justo con el llamado renacimiento de ciencias, época de humanismo, en Italia comenzó un intenso estudio de antiguos clásicos paganos y esto se reflejó en forma funesta sobre las ideas religiosas de los italianos. La visión pagana del mundo, mezclándose con la cristiana, llevó a la sociedad a un nuevo paganismo clásico. Los conceptos religiosos eran tan embrollados, que en Roma, a menudo, confundían a Cristo con Mercurio, Madona con Venus. En honor de Virgilio, Horacio, Platón y Aristóteles se realizaban ceremonias religiosas. Hasta los cardenales y obispos miraban al Evangelio como a la mitología griega. La difusión de la falte de la fe en relación con lo licencioso de las costumbres del papado, clero y toda la sociedad italiana, llevó a Savanarola al camino de actividad reformadora.

Dgirolamo Savanarola nació en 1425 en Ferrara. Era originario de una antigua familia de la ciudad de Padua. Su abuelo era un medico conocido. Sus padres lo preparaban para la carrera medica y trataban de darle una educación amplia. En el joven callado y pensativo se revelaron temprano los principios ascéticos, amor y trabajo mental, y profunda religiosidad. La situación de aquellos tiempos en Italia indignaba fuertemente a Savanarola. Un amor frustrado y pasión por las obras teológicas, principalmente de Tomas de Aquino, lo llevaron a la decisión de entrar al convento. En 1475 él huyó en secreto de su casa paterna a Bolonia al monasterio dominicano. Allí él llevaba una vida austera, se negó de aceptar el dinero que le trajeron, sus libros regaló al monasterio, quedándose solo con la Biblia. El protestaba contra el lujo en el convento y consagraba el tiempo libre de oraciones al estudio de la herencia de los Santos Padres. Allí él escribió un verso "Sobre la caída de la iglesia," donde indicaba que los hombres carecen de la pureza anterior, sabiduría, amor cristiano y que la causa principal reside en lo vicioso de los papas. El superior del monasterio le encargó la institución de los novicios y la predica. Lo enviaban predicar a Ferrara y luego a Florencia, donde encontrándose en el convento de San Marco, él se hizo famoso como científico. Sus predicas eran menos logradas, por eso él se fue a una ciudad pequeña y allí se perfeccionaba, arrastrando luego a los feligreses con sus predicas.

En 1490 él fue llamado a Florencia por el gobernador, el famoso Lorenzo Medici. Savanarola, de nuevo, ocupo la cátedra de maestro en el convento de San Marco. Su fama, como predicador, crecía. El convento se llenaba de oyentes laicos. En 1490, él dijo su famoso sermón, en el cual, expresó con autoridad el pensamiento que es necesario, inmediatamente renovar a la iglesia, y que Dios va a castigar con Su ira a toda Italia. El aseguraba, que igual que los antiguos profetas, él solo trasmite las ordenes Divinas; amenazaba con anatema a los que no creían en su llamado profético; acusaba el deterioro de las costumbres de los florentinos, no atenuando las palabras. Su influencia se potenció gracias al cumplimiento de algunas de sus profecías — la muerte del papa Inocencio, invasión del rey de Francia y otras. Su trato amable y cordial con los hermanos-monjes lo hicieron el preferido del convento y en 1491, él fue elegido superior de San Marco.

Enseguida él se puso en posición independiente con respecto a Lorenzo Medici, lo cual, el otro tuvo que tomar en cuenta. Es conocido el discurso de Savanarola contra lo suntuoso de la vestimenta femenina, lo que provocó que las damas dejaron de usar las joyas en la iglesia. A menudo, los comerciantes, bajo la influencia de su sermón, devolvían lo injustamente adquirido. El decía: "Los pecados de Italia a la fuerza me hacen profeta." De sus escritos se ve, que él estaba seguro de su "llamado Divino." El pueblo creía en sus profecías. Sus amenazas se hicieron mas fuertes cuando gobernador de Florencia fue Lorenzo Medici y el papa, conocido por su falta de moral, Alejandro VI Borgia. Un tiempo, debido a la prohibición del gobernador, Savanarola no pudo predicar y dejo a Florencia. Al volver, se ocupo de la reforma del monasterio. Vendió el patrimonio de la iglesia, expulso el lujo, obligó a trabajar a todos los monjes, Para el éxito de la predica entre los paganos, Savanarola organizó cátedras de lenguas griega, hebrea, turca y árabe.

El papa Alejandro trataba de atraer a Savanarola a su parte, proponiéndole el arzobispado de Florencia, y luego el birrete cardenalicio. Pero él, de la cátedra y de la iglesia rechazó a esta proposición y con mayor fuerza comenzó a fulminar la licencia del papado. Durante la invasión a Italia del rey de Francia Carlos VIII y la expulsión de Florencia de Pedro Medici, Savanarola se transformó en un verdadero soberano de Florencia. Restableció las instituciones republicanas, hizo varias reformas políticas y sociales. Por su proposición es de nuevo instituido el Gran Consejo, sustituyo el impuesto sobre la tierra por el de las ganancias y a los deudores liberó de sus deudas. Tomó medidas decisivas contra los usureros y cambistas. Savanarola declaró Señor y Rey de Florencia a Jesucristo, él era a los ojos del pueblo el elegido de Cristo. Trató de cambiar a la Florencia también moralmente. Ya en 1494, se notaba un gran cambio: los florentinos ayunaban, visitaban a las iglesias, las mujeres se quitaron los ricos adornos. En las calles, en lugar de cantos, se escuchaban salmos, se leía solo a Biblia. Muchos aristócratas se fueron al convento de San Marco. El predicaba durante los bailes en mascaradas, y el pueblo venia a él. A los blasfemos él ordenaba a arrancar la lengua, a los lujuriosos, quemar vivos. A los jugadores d azar, castigaba con enormes multas. También tenia a espías propios.

Del lado d Savanarola estaba la gente de pueblo, el partido de "blancos" a los que llamaban "llorones." En contra de él estaban los endiablados" — partidarios del gobierno aristocrático, republicano y "grises," que apoyaban a Medici. En sus Sermones Savanarola no perdonaba a nadie y por eso tenia muchos enemigos, tanto civiles, como entre el clero. Contra él presentaban varias veces a otros predicadores, el papa le prohibía predicar, pero su fama pasó las fronteras de Italia. Sus predicas se traducían a otros idiomas, hasta a turco para el sultán. Contra él intrigaba fuertemente Pedro Medici. Los enemigos de Savanarola pusieron al papa contra él, este lo invitó a Roma, pero a causa de enfermedad él se negó a ir y siguió con sus predicas acusatorias. Los dominicanos, a quienes el papa encargó ver el contenido de sus sermones, no encontraron en ellos base para acusar a Savanarola de herejía. El papa, de nuevo y sin éxito, le propuso el cargo de cardenal.

Savanarola, aprovechando su fuerte popularidad, por la salvación de Livorno, sitiado por el emperador, y lo que el predijo, y del hecho que a la cabeza del gobierno de ciudad estaba uno de los fieles a el, Valori, pensó dar un golpe decisivo a los "endiablados." Organizo y grupo de niños que, a la fuerza, entraban en las casas de clase alta, para ver si se cumplían los 10 mandamientos. Ellos corrían por la ciudad, secuestrando a naipes, dados, libros laicos, flautas, perfumes, etc. Luego, todo eso solemnemente se quemaba en la plaza de la ciudad. La literatura laica del humanismo y la antigüedad clásica encontraron en Savanarola a un enemigo implacable. El hasta demostraba lo nocivo de la ciencia en general. Se formó una sociedad de jóvenes licenciosos que trataban de matarlo.

El 12 de mayo de 1497, el papa Alejandro VI, llamando a la enseñanza de Savanarola "sospechosa," lo excomulgó. Aquel se negó a obedecer esta orden y escribió una "epístola contra la bula falsamente solicitada sobre la excomunión." Al mismo tiempo él saca su obra: "Triunfo de la Cruz, " donde defiende la verdad de la enseñanza de la fe católica, son explicados los dogmas y los sacramentos de la iglesia católica. En el ultimo día del carnaval de 1498, Savanarola ofició solemnemente un servicio religioso y "la quema del anatema." Entonces el papa exigió que venga a Roma para ser juzgado y puesto en prisión, y amenazó con el interdicto de toda Florencia y la excomunión de todos aquellos que van a escuchar a Savanarola. Pero éste, siguió predicando, demostrando la necesidad de llamar a un Concilio Universal, ya que el papa puede equivocarse. Después de la segunda orden del papa — "el breve" — el gobierno de Florencia — la Señoría prohibió a Savanarola a predicar.

El 18 de marzo de 1498, Savanarola se despidió del pueblo. Escribió "una carta a los soberanos" en la cual persuadía a ellos de llamar al Concilio Universal para deponer al papa. La carta al rey de Francia fue interceptada y llego a papa.

Florencia se agitaba. Para probar la justicia de las enseñanzas de Savanarola se fijo un "juicio de Dios" — la prueba del fuego. Este era la trampa organizada por los enemigos de Savanarola — "los endiablados" y los franciscanos. Savanarola y un monje franciscano debían pasar el 7 de abril por las fogatas. La prueba no se concretó. El pueblo se desencantó de su profeta y lo acuso de cobardía. Al otro dic, el convento de San Marco fue sitiado por una turba furiosa. Savanarola y sus amigos fueron tomados y puestos en prisión.

El papa envió una comisión investigadora de 17 personas elegidas entre los "endiablados." Los interrogatorios y torturas se llevaban de una manera mas bárbara. Lo torturaban 14 veces por día y obligaban a caer en contradicciones y con los interrogatorios y amenazas, lo obligaron a confesar que todas sus profecías son mentiras y engaños. Savanarola todavía lograba escribir en el cautiverio. Su ultima composición "Guía de la vida cristiana" fue escrita pocas horas antes de la muerte, por pedido del carcelero, sobre la tapa de un libro. El 23 de mayo de 1498 Savanarola, con gran afluencia de la gente, fue ahorcado y su cuerpo luego quemado.

La enseñanza de Savanarola fue absuelta por el papa Pablo IV (1555-59) y en el siglo 17, en su honor compuesto un servicio religioso. Sobre su actividad, las opiniones se dividen. Unos, idealizando su honestidad, el modo directo y amplios planes, ven en él a un reformador que acusaba la depravación de la iglesia; Otros, demostraban que él vivía con ideas medievales, no formó una iglesia nueva y se mantenía sobre la base estrictamente católica y, apareciendo primero como un reformador, mezclo a si obra la política y se transformó en un demagogo popular y por eso fue derrotado.

Los movimientos reformadores en Alemania. El Luteranismo.

La disconformidad general con la iglesia Romana y las tendencias para cambiarla en el siglo 14y 15 se resolvieron en el s. 16 con la reformación. Comenzó ésta en Alemania y a su cabeza se puso el monje agustino Martín Lutero, que resultó el fundador de una nueva sociedad religiosa en el occidente.

Lutero procedía de padres pobres de la clase baja. Nació en 1483. Se educó en la universidad de Erfurt. Siendo de carácter religioso y un celoso católico, entro en 1505 en el convento agustino de Erfurt y llevaba una vida ascética. Se ocupo del estudio de Sagradas Escrituras, las obras de Agustín y de los místicos medievales. En 1507 se hizo sacerdote y en 1508 pasó a Wittenberg, donde ocupo el cargo de profesor de la universidad. En 1510 Lutero hizo un viaje a Roma por asuntos de la orden. La vida licenciosa de la corte papal de León X, la falta de fe y blasfemia en medio jerárquico, causaron una revolución en sus convicciones. Lutero, penetrado de la conciencia de sus pecados, trataba de alcanzar la absolución ante Dios, con la ayuda de la iglesia y sus medios (hazañas de auto negación). Ahora él comenzó pensar que la iglesia y la jerarquía, vistas en Roma, no pueden dar la justificación al hombre. Bajo la influencia de los escritos de Agustín y de místicos, él se afianzó en la opinión que solo una relación personal con el Redentor, solo la fe, absuelve.

En 1517 papa León X, necesitando dinero para su vida lujosa, acudió a la venta de indulgencias. Uno de los agentes del arzobispo de Meinz, el dominico Tezel, apareció en Wittenberg y comenzó a vender las indulgencias en el comercio, como un feriante. Lutero se indignó con esta blasfemia sobre la absolución de los pecados, y presento 95 tesis contra las indulgencias, la enseñanza sobre los méritos que sobrepasan a los pecados, y el purgatorio. Según las costumbres de aquel tiempo, él expuso sus tesis en la iglesia del castillo de Wittenberg y retó a Tezel a la polémica. Tezel y sus partidarios aceptaron el reto. Las tesis de Lutero y la polémica atraparan la atención general también en otras ciudades de Alemania. Muchos coincidían con Lutero y el príncipe (kurfurst) de Sajonia, Federico el Sabio, tomó su parte.

Papa, primero miraba el choque de Lutero con los dominicos, como una discusión común, aunque desagradable para él, entre las ordenes monásticas y solo deseó que termine. En 1518 él exigió que Lutero venga a Roma, pero, cuando el príncipe y la universidad pidieron, que se vea el asunto en el lugar, encargó al cardenal Caetano de arreglar el asunto. Este ultimo, llegando a Ausburgo, tomó la parte del adversario de Lutero, y con altivez exigió que él se retracte de sus opiniones. Lutero no estuvo de acuerdo. Otro representante del papa actuó en forma diferente. El castigó a Tezel, haciendo entender a Lutero que tomaba su parte. Luego convenció a Lutero de escribir una carta a; papa con expresión de sumisión, lo que Lutero hizo, prometiendo no levantar discusiones, si sus adversarios actuaran de la misma manera. Mientras tanto, en 1519, un profesor de la universidad de Ingerstadt, Juan Ekk, se metió en polémica publica con uno de los discípulos de Lutero y luego con él mismo. A las cuestiones discutidas se agrego ahora el problema de supremacía del papa. Los polemizantes quedaron cada uno con sus opinión, pero la simpatía hacia Lutero en Alemania aumentó. A él se sumo otro profesor de Wittenberg, Felipe Melakhton, conocedor del hebreo y griego, y que luego, tomo parte muy activa en la reformación. Todos los librepensadores de Alemania (los humanistas) estaban también de parte de Lutero, quien después de la polémica se tornó mas valiente y avanzo decidido por el camino de la reformación, no entrando en ningún arreglo con el papado. En 1520 él editó un llamado a la "majestad imperial y caballería cristiana de la nación alemana", en la cual invitaba a todos desechar el yugo papal. El llamado se difundió en toda Alemania y causo una gran impresión.

Los teólogos latinos dijeron al papa Loen X que las polémicas, provocadas por Lutero, amenazaban con gran peligro a la iglesia. Esto obligó al papa a actuar con mayor severidad. En 1520 él edito la bula, donde excomulgaba a Lutero como hereje y a sus escritos condenaba a ser quemados. La bula no causo el efecto esperado. Solo en algunas ciudades fueron quemados los escritos de Lutero. Este contestó con una apelación al Concilio Universal y una composición "contra la bula del anticristo." A la misma bula, Lutero la quemó públicamente. En 1520 papa lo anatomizó como hereje no arrepentido y pidió al emperador alemán Carlos V (1519-56) de expulsarlo. Carlos estuvo de acuerdo, pero, por deseo de príncipes germanos, decidió ver a todo este asunto en la dieta imperial de Worms (1521). A la dieta llegaron los legados papales y se reunió, también, gran numero de partidarios de la reforma; entre ellos un lugar visible ocupaba el Kurfurst de Sajonia, Federico el Sabio. Por la insistencia de estos últimos, a la dieta fue invitado Lutero para las explicaciones, a pesar de que los legados alegaban que es excomulgado de la iglesia. A Lutero, en una sesión lo mostraron sus escritos y propusieron de abjurar de ellos. El quedo inamovible, diciendo que solo abjuraría cuando los refutaran en base a Sagradas Escrituras y con argumentos claros. Después de esto, la dieta dejo ir a Lutero sin sacar ninguna resolución contra él. Solo al final de las sesiones, cuando muchos seguidores de reformas se fueron, el emperador, por causas políticas, de buenas relaciones con el papa, sacó la decisión que Lutero y sus seguidores se privaban de la protección de las leyes y eran condenados al exilo. El Kurfurst de Sajonia, previendo esto, ya antes escondió a Lutero en un castillo solitario de Wartburg. En Alemania nadie pensaba cumplir la decisión de Worms. En Watburg, Lutero estaba ocupado principalmente en la traducción de la Biblia al alemán.

Mientras Lutero se encontraba en soledad, el movimiento reformador en Wittenberg seguía con la participación de Malankhoton. Se produjo la ruptura total con la iglesia Romana, se canceló el oficio de misas particulares, los sacerdotes comenzaron a casarse, los monjes dejaban los monasterios, etc. Algunos de los mas ardientes seguidores de Lutero llevaban a interrumpir el oficio a la fuerza, tiraban las imágenes de los templos, etc. En la ciudad de Zwikkau, que aparecieron los llamados "profetas de Zwikkau," que pasaron luego a Wittenberg, quienes en nombre de revelaciones directas predicaban la abolición de todos los ordenes, tanto civiles, como religiosas. Lutero, enterado de esto, se apresuró de volver a Wittenberg y con sus predicas logró pacificar la agitación, aunque sea en esta ciudad. En otros lugares de Alemania la fermentación religiosa seguía y tomó un carácter político, causando un movimiento importante — las guerras de los campesinos.

El emperador alemán estaba ocupado con la guerra con los franceses, en cambio, los príncipes disconformes con la iglesia Romana y papa, estaban de acuerdo con las novedades en la iglesia. Los legados papales perdieron toda autoridad en Alemania y no se los tomaba en cuenta. Lutero y Melankhoton sin obstáculos difundían los nuevos puntos de vista, explicaban las bases de la enseñanza, afirmando la obra de la reformación. En 1521, Melankhton publicó su composición, donde en forma clara y simple expuso la nueva enseñanza de la fe. Esta nueva enseñanza recordaba mucho las opiniones de los antecesores de la reformación particularmente al Wiklef, y se presentaban completamente opuesta al catolicismo. Lutero, rechazando los errores y la corrupción del catolicismo, rechazo también a todo lo verdadero. Lutero, tomando como una posición básica, que el hombre se justifica solo con la fe en el Redentor, la cual es el don de Dios y una relación personal con El — rechazó a todos los medios de la salvación: Iglesia, jerarquía y Sacramentos.

Según la enseñanza de Lutero, la Iglesia no es el tesoro de los dones d Gracia, sino una sociedad de los que creen de misma manera en Cristo. El servicio jerárquico — es superfluo ya que uno mismo realiza su salvación. "El sacerdocio" pertenece a todos los creyentes. Por eso, a la jerarquía, en su enseñanza, la sustituyeron unos simples empleados — maestros, predicadores, inspectores de éstos y también poderes civiles., a quienes él asignó la dirección suprema. A los Sacramentos, Lutero veía solo como símbolos ó costumbres piadosos. El sacramento de la Comunión Lutero aceptaba, considerando que en él está presente Cristo, sin explicar esta presencia y rechazando a la transubstanciación. Lutero rechazaba también a los intermediarios celestiales — la veneración de los santos, reliquias y imágenes. Rechazó también a la santa Tradición, reconociendo solo las Sagradas Escrituras él dejó su interpretación a cada creyente. Lutero así fundó una nueva sociedad religiosa, que recibió el nombre de Luteranismo.

La política de la iglesia del catolicismo romano.

La protección de los ortodoxos de la propaganda latina.

Después de la caída de Constantinopla, la propaganda latina en la Iglesia de Oriente se fortaleció. Si algunos de los emperadores Bizantinos trataban de introducir la unión, esto era el asunto de ellos solos. La directa propaganda latina ellos no permitían. Después de la caída de Bizancio, el latinismo usó medios muy poco honorables para propagarse en el oriente Ortodoxo.

Hacia el fin del s. 15 y la primera mitad del 16 la propaganda era todavía débil, ya que el latinismo tuvo que luchar con el protestantismo. La propaganda iba solo en la parte sur de Peloponeso y Albania, asimismo en las islas del mar Mediterráneo, que pertenecía a Venecia. El patriarca Máximo el Filosofo en 1480 ce dirigió al dux de Venecia, pidiéndole defender a los ortodoxos en la isla de Creta de las pretensiones del clero latino. Su sucesor Simeón llamo en 1484 a un concilio que, para la prevención de los ortodoxos, afirmó la condena de la únia Florentina . Que violencia usaba la propaganda latina se ve de lo siguiente: al principio del s. 16, un griego latinizado, el diácono Arcenio, vino a la ciudad de Peloponeso Monembasia, expulso al metropolitano ortodoxo con la ayuda del gobierno veneciano y ocupó su lugar. El patriarca Pacomio lo excomulgó; después de eso, Arsenio huyó, temiendo a la agitación popular.

El papa Gregorio XIII (1572-85) se destacaba por una particular insistencia. Para la propaganda él creó en Roma en 1577 el Collegium, especialmente para los adolescentes griegos y abrió en 1581 en éste, la iglesia en nombre de San Atanasio para oficios en griego. Collegium disponía de muchos medios, por eso la enseñanza y el mantenimiento de los educandos era gratuito. Por eso siempre estaba lleno de griegos. De los educandos no se exigía la aceptación del latinismo, tenían la libertad de confesión, pero toda la enseñanza se llevaba en el espíritu católico. Por eso algunos jóvenes quedaban ortodoxos solo por nombre, otros se hacían abiertamente uniatas ó católicos. Al volver a su patria ellos hacían la propaganda del latinismo.

Con la organización en 1540 de la orden de jesuitas, Gregorio XIII les encomendó el trabajo en el Oriente. En 1583 él envió allá una misión jesuítica con grandes medios materiales. Con la colaboración de los embajadores de países católicos, los jesuitas obtuvieron del gobierno turco el permiso de vivir hasta en Constantinopla. Como en todas partes, los jesuitas centraron su atención en la educación de la juventud, la beneficencia y la predica. También comenzaron sus intrigas. En 1600, en Constantinopla (en Galata) ellos fundaron un Collegium, abrían escuelas, orfanatos, hospitales, casas para los peregrinos, etc. Esto atrajo a los jesuitas la parte ortodoxa de los habitantes. Al mismo tiempo se escribía contra la Iglesia de Oriente, se editaban los catequesis católicos en Roma, se volvían a emprimar libros ortodoxos con agregado en ellos de cambios latinos y se distribuían como genuinos.

De los patriarcas que luchaban con la propaganda jesuita se destacaron particularmente él de Constantinopla, Jeremías II, y él de Alejandría, Meletio Pigas. Con sus enseñanzas y epístolas ellos trataban a desmascarar a la propaganda latina. El patriarca Jeremías, además, en el concilio de 1583 rechazó el calendario nuevo gregoriano (por el nombre del papa Gregorio XIII). A causa de desordenes en el patriarcado, después de la muerte del patriarca Jerónimo II (1584), los jesuitas lograron afirmar sus posiciones . Ellos hasta atrajeron a su parte al patriarca Rafael II (1603-07), quien delegó el gobierno de la metrópolis a un uniato, a través del cual llevaba una sospechosa correspondencia con Roma.

Pero en los años 20 del siglo 17, como un celoso luchador contra los jesuitas apareció el famoso patriarca Cirilo Lucaris, quien conocía las acciones jesuitas en la Rusia Occidental. El comenzó a distribuir sus epístolas donde desenmascaraba a los latinos y llamaba a no tener relaciones con ellos. Los jesuitas, enojados, lograron dos veces a sobornar a visir turco con gran cantidad de dinero para hacer destituir a Cirilo (1623) y luego exilarlo. Su lugar ocupó un partidario de jesuitas, Gregorio. Pero él y su sucesor Antim no se sostuvieron mucho tiempo. El embajador de Inglaterra comunicó al sultán su pedido de restituir a Cirilo (1624), quien de nuevo continuó su trabajo contra la propaganda latina. Los jesuitas intentaron de atacarlo de su parte, y cuando eso no se logró, de nuevo sobornaron al gran visir. Los defensores de Cirilo, embajadores holandés y ingles, regalaron una suma igual al visir y Cirilo quedó en su cátedra. Entonces, los jesuitas acusaron a Cirilo que él imprime libros dirigidos contra el Islam. La tipografía fue demolida por el gobierno turco. Su jefe un sabio monje Metaksa se salvó huyendo. Cirilo tuvo que esconderse en la casa del embajador holandés.

Los embajadores de Suecia, Holanda e Inglaterra exigieron al gobierno turco investigar el asunto. Resultó que el libro señalado por los jesuitas fue impreso, hace tiempo, por Cirilo en Londres, y que en otras ediciones no había nada importante contra Islam. Se aclaró que los jesuitas, con sus intrigas, ocasionan mucho molestia al gobierno turco. Vino la orden del gobierno para echar a los jesuitas de las ciudades turcas. Dejaron solo dos jesuitas en la iglesia del embajador francés. Pero los jesuitas lograron, todavía, varias veces destituir a Cirilo. En 1637, Cirilo fue restituido por quinta vez. El odio de jesuitas contra él aumentaba. En 1638, durante la ausencia de sultán Murad IV, llegó el aviso que los casacas tomaron Azov y vienen a Constantinopla. Jesuitas convencieron al visir que la culpa la tiene el patriarca, quien llamó a los cosacos. Esto fue comunicado a sultán, quien ordenó a justiciar a Cirilo, que fue enviado como en exilo, en un barco, donde lo estrangularon y su cuerpo tiraron al mar.

La misma suerte sufrieron, por las intrigas de los jesuitas, los patriarcas Partenio I, tirado al mar, y Partenio II, estrangulado.

Pero, en cambio, el patriarca siguiente, Partenio III luchaba con éxito contra los jesuitas (1657-60). Con permiso del gobierno él difundía cartas sobre la necesidad de destruir el libro "Escudo de la fe," que trajeron los jesuitas de Francia. Los ortodoxos, públicamente quemaban el libro en los mercados.

En el s. 17, los papas en ayuda a los jesuitas comenzaron a enviar a otras ordenes. En 1622, el papa Adrián VI fundó en Roma la sociedad de difusión de la fe católica, que entre otras cosas, debía organizar misiones en oriente. En siglos 17 y 18, al imperio turco llegaron en masa monjes-misioneros de diferentes ordenes. Se abrían monasterios y escuelas. Se llevaba a cabo, abiertamente, la predica en ciudades y aldeas, que era seguida de distribución de dinero. Se afirmaba, falsamente, que la Iglesia de Constantinopla se encuentra en unión con la Romana. Entre los ortodoxos comenzó la confusión, principalmente en Antioquia. Por todo esto, los patriarcas de Antioquia Atanasio, de Constantinopla Jeremías III y de Jerusalén Crisant, tuvieron que llamar un concilio en Constantinopla. En éste se desenmascaró el espíritu latino de propaganda, y se condenaron los ocho puntos de la enseñanza falsa de los latinos: la supremacía del papa, el pan sin levadura, el purgatorio, el ayuno en sábado, la privación de los infantes de la comunión y otros. La definición del concilio en griego y araba fue difundida por todo el oriente.

La propaganda latina en estos siglos tuvo solo un éxito parcial. Pero durante el tiempo de la soberanía turca, no pocos ortodoxos en Oriente fueron pervertidos principalmente en la únia, se fundaron algunas diócesis, nombraron jerarcas y hasta patriarcas. Pero todo esto se haya muy lejos de la conversión al catolicismo del Oriente ortodoxo. Los convertidos constituyen un numero pequeño en comparación con la masa general de los ortodoxos y por su constitución representan a los peores miembros de la Iglesia. Los obispos católicos existen mas para los católicos, cuyas colonias quedaron después de las cruzadas o se formaron luego.

La propaganda latina no trajo un acercamiento de los ortodoxos y católicos. Todo lo contrario, potenció la mala disposición de los ortodoxos hacia ellos.

Los intentos de los latinos de apoderarse de lugares santos de Palestina.

Los santos lugares en Palestina, después de la toma de Jerusalén por los arabas en 638, con el califa Omar, naturalmente quedaron en el poder de los ortodoxos, ya que para ese tiempo los latinos todavía no se habían separado de la Iglesia. Con los cruzados, los santos lugares fueron arrebatados por los latinos y hasta el patriarca, expulsado. Cuando en 1187 el sultán Saladino quitó Jerusalén a los cruzados, devolvió los santos lugares a los ortodoxos, restituyendo al patriarca. Cuando en 1517 el sultán turco Selim I se apoderó de Palestina, él también confirmó los derechos de los ortodoxos. De manera, que la posesión de los santos lugares por el derecho de poder primario, confirmado por todos los conquistadores, pertenece a los ortodoxos. Estos, siempre daban acceso a ellos a todos los de otras religiones, no excluyendo a los católicos, para la veneración y oficios. Para esto, los de diferentes confesiones tenían en el templo de la Resurrección de Cristo (de Sto. Sepulcro) sus altares menores.

Pero los latinos querían apoderarse de los Santos Lugares. En el siglo 16, durante el reinado de Saliman (1520-66), en Sábado Santo, todos los monjes ortodoxos de Belén se fueron a Jerusalén, dejando en el templo solo al que prendía las lámparas. Este también se fue, dejando las llaves de Sto. Pesebre a un franciscano y encargándole de prender las lámparas a la tarde. Al día siguiente los franciscanos no devolvieron las llaves. El juez turco, sobornado, decidió el asunto en su beneficio, y así los franciscanos quedaron dueños del templo de Belén. Al final del s, 16, un peregrino occidental rico, dio a los jueces 6.000 monedas de oro para quitar la Gólgota. El patriarca Sofronio pago doble, para mantener la Gólgota. En los años 30 del s. 17, los latinos temporalmente se apoderaron del templo de Resurrección, Sepulcro del Señor y Gólgota. Ellos pagaron al gran visir, quien falsificó a los documentos. El patriarca Teofano fue a Constantinopla y con la ayuda del patriarca Cirilo Lucaris consiguió la orden que afirmaba los derechos de ortodoxos a los santos lugares. Después de esto, los ortodoxos recibieron también el templo de Belén, quitado en el s.16.

En la segunda mitad del s. 17, a los latinos ayudaron Francia e Inglaterra. El embajador de Francia ante la corte turca, marques Noantel, habiendo viajado en 1673 a Jerusalén, se permitía diferentes violaciones sobre los ortodoxos. Pero, asustado por la agitación popular, no pudo hacer nada. Luego, según la paz de Carlovize (1699), que firmaron los austriacos con los turcos, por intermedio de Francia, Turquía prometió entregar los santos lugares a los latinos. Estos destruyeron en el templo de Resurrección el altar principal ortodoxo, que se encontraba ante el Sepulcro del Señor, tiraron a todas las decoraciones, destruyeron en el templo de beles el "iconostasis", etc. Entonces se potenció la propaganda latina en los patriarcados de Jerusalén y Antioquia. Un tiempo ellos sonaron expulsar completamente a los ortodoxos de Jerusalén.

En 1756, en Domingo de Ramos, ellos atacaron en Jerusalén a los templos ortodoxos y saquearon todos los adornos. El patriarca Partenio dirigió una queja al sultán Osman III. El estado investigó los "firmanes," según los cuales los santos lugares poseían los griegos y los latinos; y se en encontró, que los "firmanes" de los griegos son mas antiguos. Por eso con un nuevo "firman" en 1757 fueron devueltos a los griegos los derechos anteriores sobre la posesión de los Santos Lugares. En 1808 se quemó el templo de Resurrección, sobre el Sepulcro del Señor quedó solo la capilla del Sepulcro del Señor. Los turcos permitieron a los ortodoxos la reconstrucción de un nuevo templo. Los católicos trataban de parar la construcción, pero el templo fue construido, pero dos tercios del dinero reunido se fue en regalos para la administración turca. Desde 1811 hasta 1820, los latinos, con la ayuda de los diplomáticos católicos obtuvieron el derecho exclusivo sobre la posesión de Sto. Sepulcro, hasta fue prohibido oficiar en el templo a los ortodoxos. La guerra de Crimea 1854-56 fue provocada porque Turquía, bajo la influencia de Francia, presionaba a los ortodoxos por la posesión de Santos Lugares. Desde segunda mitad del s. 19 se estableció un equilibrio aguantable entre los ortodoxos y católicos.

Nuevos intentos de los papas en favor de la únia.

El papa Pío IX, una de las mas destacadas cabezas de la iglesia Romana, en tiempos modernos (1847-780 y quien fue en un tiempo misionero, trataba, con particular energía, varias veces, de subordinar a su poder en base de la únia, la Iglesia Oriental. En 1848, él envió a Constantinopla por asuntos políticos, a su legado y con éste una encíclica (epístola general) a todos los cristianos orientales. En principio el papa se dirigía a los católicos y los uniatas, luego, citando a la encíclica: — "a aquellos quienes aun que veneran a Cristo, pero se separaron de la comunidad con el trono de apóstol Pedro..." Largamente desarrollando argumentos latinos, carentes de base, papa convencía a los ortodoxos de reconocer la supremacía del papa y el origen del Espíritu Santo del Padre e Hijo, prometiendo conservar los dogmas, ceremonias y oficios restantes de la Iglesia Ortodoxa. La encíclica no tuvo efecto sobre los cristianos orientales. Muchos teólogos científicos de la Iglesia escribían objeciones sobre la encíclica papal.

El patriarca de Constantinopla, Antem VI, en nombre de toda la Iglesia oriental, contestó que la comunicación entre las iglesias es posible solo después de la supresión de todas las innovaciones de la iglesia Romana. Al mismo tiempo, todos los patriarcas orientales editaron el 6 de mayo de 1848 una epístola general extraordinaria, con sus firmas y las de los miembros de sínodos, a todos los cristianos orientales en 24 capitales.

En ella, los patriarcas expresaban que la enseñanza ortodoxa debería haber quedado siempre invariable, pero que el espíritu de mal sembró en la Iglesia divisiones y herejías. De estas herejías algunas desaparecieron y desaparecen, otras nacen de nuevo para desaparecer con el tiempo. En tiempos anteriores la Iglesia fue sacudida fuertemente con la herejía de Arias, y actualmente la herejía que preocupa es el papado. Mas adelante en la epístola se mencionan las demostraciones de que el papado es una herejía y se enumeran los errores de la iglesia Romana: la enseñanza que el Espíritu Santo proviene del Padre e Hijo; rociar en lugar de inmergir en el Sacramento de Bautismo; privación de los laicos del cáliz Divino y comunión solo con una especie — el pan; uso de pan sin levadura; exclusión de la Liturgia de la bendición de las Santas Ofrendas; privación de los infantes de la oleouncion; prohibición del matrimonio para los sacerdotes; la infalibilidad del papa y en general la perversión del orden apostólico de la realización de casi todos los sacramentos. Con fuerza particular la epístola refutaba la enseñanza del origen del Espíritu Santo del Hijo y la supremacía del papa — como respuesta a la encíclica papal. La epístola general define la comprensión correcta de los lugares de Sagradas Escrituras, mencionadas por papa, como demostración de su supremacía y también explica críticamente los hechos de la historia de la iglesia, que menciona el papa, y muestra su verdadero significado. Los patriarcas agregan: "de todo esto, cada uno puede concluir cuan poco piadoso y no de acuerdo con las reglas de los concilios es intentar de cambiar a nuestros dogmas, liturgias y otros actos sagrados y cuan, por otro lado, es bueno y piadoso es corregir a las innovaciones, el tiempo de cuya invasión en la iglesia Romana conocemos exactamente. En conclusión se dice que la encíclica de Pío IX debe ser condenada como una carta impura y mala para el alma "Tal como nosotros lo declaramos en la Iglesia Conciliar" — concluyen los patriarcas (cap. 18).

En el principio de 1862, Pío IX editó una bula en la cual declaró la organización de una nueva "congregación de propaganda de los asuntos de ceremonia oriental" ya que la existente congregación general de propaganda es ocupada por otras misiones y se ocupa poco de trabajo necesario en el oriente ortodoxo. En el manual de la congregación papa declara que no solo no tiende a la destrucción del orden de servicios religiosos y ceremonias de la Iglesia Oriental, sino, todo lo contrario, ordena conservarlos. En 1868, Pío IX emprendió un intento mas. Pensando reunir en Roma un concilio para discutir el nuevo dogma sobre la infalibilidad del papa, envió una nueva epístola a los obispos de la Iglesia Oriental, con la invitación al concilio y expresando su deseo que se subordinen a la iglesia de Roma. El patriarca de Constantinopla Gregorio VI no aceptó esta epístola. Los intentos de los papas de subordinar a ellos la Iglesia oriental, en tiempos modernos sufrían fracasos. En los últimos decenios, los papas, particularmente ponen en relieve la ceremonia oriental, en la cual hasta se permite el Credo ortodoxo (de Nicea).

Relaciones reciprocas del papado con los estados católicos.

El concilio Tridentino y la aparición de la orden de jesuitas dieron al papado la posibilidad de restituir su importancia, que vaciló con la Reformación.

Después de la paz de Westfalia en 1648, que puso fin a la lucha larga por las verdades religiosas, la importancia del papado en el mundo católico empezó a declinar paulatinamente. Desde la mitad del s. 17, los soberanos católicos, en las relaciones internacionales y guerras, comienzan a guiarse por los principios de la separación política y el equilibrio de los estados. En consecuencia, los intereses de la política eclesiástica de los papas, pierden para ellos todo significado. Los soberanos, concentrándose en los intereses de sus estados, comienzan a pasar por alto los asuntos de la iglesia y ignoran los deseos papales. Dentro de sus posesiones, ellos tratan de colocar a su poder fuera de toda dependencia en asuntos civiles ó eclesiásticos.

Esta dirección de la política, adversa a todas pretensiones teocráticas de los papas, produjo de su parte una acción opuesta. Pero todos sus esfuerzos para conservar el poder medieval para el trono Romano no tenían éxito. Una limitación paulatina de la autoridad papal y poder, que comenzó en el s. 17, por una dirección nueva de la política, sigue también, actualmente.

En la segunda mitad del s. 17, de todos los estados católicos, Francia tendía, con particular insistencia, a limitar el poder papal. El rey Luis XIV (1643-1715) a pesar de ser un ferviente católico, en los asuntos de la iglesia de su estado deseaba disponer sin depender del papa. El, hasta, se apropio el derecho de otorgar los cargos de obispo, en aquellos lugares de Francia, donde este derecho, desde siempre pertenecía al trono papal. El papa Inocencio IX (1676-86) expresó se protesta por estas acciones del rey. Pero éste ultimo presento en el parlamento la cuestión sobre los limites del poder real y papal en la iglesia, y para la resolución de este problema llamó al clero francés al concilio. El clero mismo trataba de liberarse de la subordinación al papa, y en 1682 presentó en el concilio cuatro posturas, en las cuales se definían los derechos de la iglesia francesa. La esencia de estas posturas era la siguiente: 1) Dios no dio ni a san Pedro, ni a sus sucesores, el poder en asuntos civiles, por eso el poder eclesiástico no puede deponer a los monarcas ni liberar a los súbditos de su juramento y deber. 2) La iglesia francesa afirma las decisiones del concilio de Constanza, de que los concilios universales son reconocidos como superiores al papa. 3) Las reglas y costumbres aceptados en el reino francés y la iglesia gala, deben quedar intangibles. 4) La decisiones de los papas en cuestiones de la fe, solo reciben toda la fuerza, cuando están seguidas por el acuerdo de toda la iglesia.

Aprobando estas decisiones, Luis les otorgó la fuerza de una ley estatal. Es verdad, que en 1693, por razones políticas, Luis fue forzado a permitir a sus obispos declarar al papa la anulación de las decisiones de 1682. Pero, en realidad, no hubo tal anulación, y la iglesia gala, cuando lo necesitaba, repelía las pretensiones papales, en base de aquellas 4 ponencias.

En el si 18, el papado debilitado fue obligado a ceder, cada vez mas, a la presión de soberanos católicos. Por sus insistencias, los papas acordaron a suprimir la orden de jesuitas, este apoyo principal de ellos.

La orden de jesuitas hacia el s. 18 llegó a su máximo desarrollo. Se difundió en todo el mundo y en todas partes, tenia es sus manos la educación de la juventud y la confesión. Junto con esto, esta orden acumuló grandes riquezas. La fuente de las mismas era en parte donaciones, que los jesuitas sabían atraer, y en parte el resultado de sus empresas comerciales en Europa y otras partes del mundo. La meta principal de su actividad ahora no era la conversión de los herejes, sino, el dominio sobre todas las sociedades cristianas. Los métodos preferidos para ese fin eran las intrigas, complotes, seguidas de crímenes de distinto tipo. Con sus intrigas ellos envolvían a todas las clases sociales, comenzando por altas esferas, donde penetraban y donde trataban de dirigir a los gobiernos y políticos.

En el mundo católico, es verdad, que los jesuitas encontraban resistencia ideológica, ya desde el fin del s. 16. Al final del s. 16 comenzó la discusión con los dominicanos sobre la cuestión de Gracia. Mas tarde, polemizaban con ellos los agustinos y los jansenitas. Comenzando desde 1743 la moral casuística de jesuitas fue blanco de severos ataques de algunos dominicos italianos. Muchos destacados cardenales eran adversarios convencidos de jesuitas. En el trabajo misionero los jesuitas agudizaron las relaciones, usando en lucha contra ellos métodos amorales. Se condenaban las operaciones comerciales en desarrollo, a las cuales se introducía el espíritu de especulación. Crecía el descontento con ellos. En Italia, algunas ciudades echaron a los jesuitas por su conducta. El primer estado católico que chocó directamente con los jesuitas fue Portugal. Como resultado del pacto entre España y Portugal, en 1750, algunas regiones de Paraguay debían pasar a esta ultima, pero los habitantes, dirigidos por los jesuitas, ofrecieron una resistencia armada a los gobernantes de Portugal. Comenzó la investigación. No estaba terminada, cuando en 1758 se produjo un atentado al rey de Portugal, José I. Jesuitas fueron acusados de participar en este crimen y el 3 de septiembre de 1759, bajo la influencia del ministro Pombal, se emitió un edicto real, por el cual la orden fue expulsada de la fronteras de Portugal, sus miembros embarcados y bajados a tierra en los limites de la región papal, en Italia.

La causa de expulsión de jesuitas de Francia fueron sus operaciones comerciales. Padre Lavalette fundó en 17743, bajo el aspecto de misión, una casa comercial en Martinica, y concentro en sus manos todo el comercio de las islas de India Occidental. Habiendo perdido dos buques con mercadería, se declaró en bancarrota en 1755. La orden se desvinculó de él, tal como se hacia siempre para no pagar a los damnificados. En París comenzó el proceso que descubrió a una serie de corrupciones de la orden. El parlamento de París condenó a la orden de pagar la deuda y formó una comisión para investigar a su estatuto. La comisión publicó los datos en 1762. La orden fue considerada peligrosa para el estado. El rey Luis XV propuso al general de la orden Ricci introducir algunos cambios en el estatuto del orden, pero recibió la negativa. En 1764, por un decreto real, los jesuitas fueron expulsados de Francia.

En 1767, por orden del rey Carlos III, en España fueron arrestados 6000 jesuitas en un día. Los llevaron en barcos a la región papal. Los expulsaron de Nápoles y en 1768 de Parma. En 1779 los soberanos católicos exigieron con insistencia de papa una formal disolución de la orden. El papa, por los pedidos constantes de jesuitas, en 1765, confirmo el orden con la bula "Apostolicum." Deprimido por la presión de los soberanos, enfermó y en breve tiempo murió. Los soberanos lograron elegir papa al cardenal Ganganelli, que se consideraba propenso a cumplir sus exigencias. Pero, hasta él, como papa Clemente XIV (1769-74) no quería, durante largo tiempo, destruir a la orden. Solo el 21 de Julio de 1773 él publicó el "breve" Dominus a (**) Redemptor noster, por el cual la Sociedad de Jesús y todas sus dependencias se suprimían. Después de esto, la orden fue suprimida en Austria y en estados católicos de Alemania. Pero, secretamente los jesuitas seguían existiendo. El papa Clemente en breve murió; su muerte es considerada por envenenamiento. Es interesante que e; 'breve" de papa no fue publicado en Rusia, ni en protestante Prusia. El rey Federico II el Grande, hasta les encomendaba la actividad educativa. Después dejó de confiar en ellos. Al principio de los años ochenta, la orden fue suprimida en Prusia y los jesuitas echados del país.

En Rusia los jesuitas tenían una vice-provincia Lituana, encabezada por el rector del collegium de Polozk Estanislao Chernevich. Al principio Catalina II indicaba al general gobernador de Bielorusia, Chernishev, observar con atención la actividad de los jesuitas, que trataron de demostrar su confiabilidad. Como consecuencia, la soberana no permitió publicar en sus dominios el "breve" de papa. Eran inútiles las persuasiones del papa que reconozcan su disposición.

En 1801 el papa Pío VI reconoció la existencia de la orden en Lituania y Bielorrusia. Solo en 1815 los jesuitas fueron deportados de Petersburgo porque se supo que hacían propaganda de catolicismo, lo que estaba prohibido.

En 1820, contra ellos se tomaron severas medidas. En Rusia podrían quedar solo los que entraban en otras ordenes, ó en clero blanco. En este tiempo la orden fue restablecida en todas partes. Papa Pío VII lo declaró el 7 de agosto de 1814, con una bula especial.

En España y Portugal los jesuitas se reconocían, ó se echaban. En Francia, la orden oficialmente no fue restablecida, pero durante la restauración y en el reinado de Napoleón III, los jesuitas tenían allí influencia. En 1880 ellos fueron expulsados de Francia. Pero su trabajo secreto lo llevaban en todos los países.

Con el tiempo de disolución de la orden de jesuitas, coinciden otros desastres, que sufrió el papado. En Austria el emperador José II (1780-90) hizo tales reformas en la dirección de la iglesia que la administración de los asuntos externos de la iglesia pasaba a las manos del gobierno, los asuntos internos se dejaban a los obispos, y la influencia del papa sobre los asuntos de la iglesia en Austria, se suprimía casi por completo. En algunos estados alemanes menores, de confesión católica, se hicieron los intentos de fundar una iglesia católica nacional, independiente del papa. Por fin, en Francia, en 1789 comenzó la revolución, que era seguida por la abolición del poder papal, no solo en el país, sino también en la región papal. En aquel tiempo revolucionario, el papado en las personas de Pío VI y Pío VII, sufrió tal humillación, como no había sufrido desde los tiempos de Bonifacio VIII. En 1796 los franceses aparecieron en Italia, ocuparon las posesiones papales y formaron la república Romana (1798). El papa Pío VI (1774-99) saqueado y humillado, fue hacho prisionero y llevado a Francia donde, en poco tiempo, murió. Su sucesor Pío VII, elegido en Venecia, bajo protección austriaca, sufrió presiones semejantes de Napoleón I, quien en 1809, lo trajo a Francia y obligo a acordar hacer Francia el lugar de vida de los pontífices para siempre. Solo en 1814, después de la derrota de Napoleón, el papa pudo volver a Roma y en 1815, en el Congreso de Viena, fue restablecido en sus derechos espirituales y civiles.

El papa Pío VII, después de volver a Roma, restableció a la orden de jesuitas, — estos, según la expresión de su bula "fuertes y experimentados timones" del trono papal, centro de su atención en el restablecimiento de su poder. Con la abierta aparición de jesuitas, se fortalecieron las declaraciones sobre los derechos del papa a la supremacía en asuntos espirituales y civiles. Pero estas ideas encontraban poco simpatía. En una serie de estados europeos, entonces, dominaban las tendencias hacia la unión nacional e independencia política. En España, Italia y Francia se agudizaba la relación adversa a los jesuitas.

El movimiento en Italia tomo un carácter particularmente peligroso para el poder del papa. Aquí las distintas tendencias políticas hacia la unificación de Italia, bajo un soberano, con la capital en Roma, y esto se hizo la cuestión vital para todo el pueblo italiano. Junto con esto, en todo el país se elevaron voces contra el poder civil del papado. El rey de Sardinia Víctor Emanuel por fin realizó las tendencias populares. En 1861 él logró unir bajo su cetro a los pequeños estados italianos y tomó el titulo de rey de Italia. En 1870 él anexó a la Italia unida, la región papal de la iglesia, e hizo Roma capital de su reino. El papa de ese tiempo era el famoso Pío IX (1846-75). No disponiendo de fuerzas para defender su poder civil con las armas, él entregó a Roma sin resistencia, pero el mismo tiempo, publicó la encíclica a todos los obispos católicos, en la cual, protestando contra la ocupación de Roma, anatemizaba y excomulgaba a Víctor Emanuel y sus partidarios. El anatema y la excomunión no cambiaron la marcha de los acontecimientos — con la ocupación de Roma por los ejércitos de la Italia unida, el estado de la iglesia del papa dejo de existir.

Suprimiendo el poder civil del papa, Víctor Emanuel se ocupó de organizar en forma honorable su situación, como cabeza espiritual de todo el mundo católico. A la disposición de Pío IX y sus sucesores fue otorgada la llamada ciudad de León ó el suburbio de Roma, construido en el siglo 9 por León IV y donde se encontraban el Vaticano y la iglesia de San Pedro. Todos los palacios del papa, con sus anexos, tanto en la ciudad, como en los suburbios también, siguieron perteneciendo al papa. En cambio, de las entradas que tenia papa de su región, le fue asignada una suma definida y anual del estado. La persona del papa se declaraba sagrada e intangible; la libertad e independencia en su servicio pontifical se aseguraba con la promesa del rey y de toda la nación, etc. Pero Pío IX no quería aceptar el hecho consumado y se consideró prisionero en su vaticano, hasta su muerte se negaba a acordar con el gobierno italiano. Su sucesor, León XIII, conservaba el mismo papel de prisionero en Vaticano. En 1929 el papa Pío XII firmó con el gobierno real italiano el pacto de Lateran.

Las corrientes religiosas en la iglesia de Roma.

El papado en la época descrita, llevaba una lucha con enemigos internos. Estos enemigos eran el jansenismo y el quietismo — movimientos religiosos aparecidos en le iglesia Romana misma, y que la agitaban durante un tiempo bastante largo. En el jansenismo, que surgió en el s, 17, se expresó la protesta contra el sistema moral de jesuitas, que socavaba a todas las bases morales y era sufrida y protegida hasta por la iglesia. Los jesuitas daban, en general una gran importancia a la libre voluntad del hombre en la obra de su salvación. Entendían al pecado como un abandono libre y consciente de los mandamientos Divinos, pero de ahí hacían una conclusión casuística que si, p. ej., la costumbre, la prisión, etc. llevan al hombre al pecado, el pecado no le debe ser imputado, ya que él lo hizo fuera de su libre voluntad. Sobre esta base, ellos, en la confesión, absolvían a todos los pecados y crímenes.

Contra esta enseñanza amoral se levanto un conocido teólogo holandés Cornelio Janson. El nació en 1585 y murió en 1638. En 1630, se hizo profesor de teología en Lueven y enseñaba en el espíritu de severo agustinianismo. En aquel tiempo , él, varias veces polemizó con los jesuitas. En 1636 Jansen fue puesto obispo en Ipern (**). Allí terminó su obra "Agustín." Fue autor de varios artículos cortos, donde condenaba al cardenal Richelieu, por su ayuda a los protestantes durante la guerra de 30 años. Jansen, en forma contraria a los jesuitas, afirmaba que la voluntad del hombre no es libre, ya que se encuentra esclavizada por las pasiones y tendencias hacia lo terrenal, y a consecuencia de esto, el hombre esta siempre expuesto al pecado; lo que libera el hombre del pecado, no es la confesión jesuita, que todo lo absuelve, sino la Gracia, que purifica el alma de pasiones, despierta en ella el arrepentimiento y amor a Dios, y afirma la voluntad para el bien. Se ahí, según la enseñanza de Jansen, sale la necesidad, bajo a acción de la Gracia, de llevar una vida severamente justa, con una total negación del mundo y sus tentaciones. La obra de Jansen, editada después de su muerte, llamó la atención general, y en Francia, donde particularmente se manifestaba la disconformidad con los jesuitas, fue recibida con simpatía. Aquí se formo un circulo de los que honraban al Agustín y Jansen, y eran enemigos de la moral jesuita. El centro de esto era el convento femenino Port-Royal, cerca de París. El abate del monasterio de San-Cyr, Juan Divergié, fundo en él una comunidad jansenita. El circulo se ensanchaba paulatinamente y a el se sumaron muchos miembros del clero, científicos, miembros de familias aristocráticas y otros. Muchos eran de la familia Arno. De los otros miembros el mas famoso era Blas Pascal, pensador, físico y matemático. Los miembros del circulo de jansenitas, sin votos, llevaban una vida monástica, dedicándose a la oración y trabajo, tanto físico como literario. Junto al convento de Port-Royal, hasta se fundó una escuela de teología, que se hizo un semillero de jansenismo. Sus opiniones se difundieron rápidamente por toda Francia y hasta partes detrás de sus fronteras, recibidas en todas partes con simpatía.

Los jesuitas, después de la publicación del libro de Jansen en 1640, comprendieron que peligro amenaza a su actividad de enseñanza allí descrita y por eso, en 1643 lograron del papa Urbano VIII (1623-44) su condena. Pero con eso el jansenismo no fue destruido. En Francia y los Países Bajos, los jansenitas presentaron su protesta contra la orden papal y iniciaron una polémica literaria con jesuitas. Entonces, los jesuitas presentaron la enseñanza de Jansen en cinco posiciones de su libro, al papa Inocencio X (1644-55) como herética. En 1653 el papa las condenó en una bula especial, que envió a Francia. Pero contra esta bula protestaron los jansenitas y muchos obispos franceses. Ellos demostraban que están condenadas las posiciones ausentes del libro de Jansen. Y cuando el papa Alejandro VII, en forma autoritaria decidió que las posiciones discutidas existen en realidad en el libro, ellos objetaron que el papa está abusando de su infalibilidad, afirmando un hecho inexistente. Las discusiones siguieron hasta 1668, cuando el papa Clemente IX expresó su acuerdo para que los obispos, que defendían el jansenismo, firmaran su condena a cinco posiciones en general, sin mencionar que estas se encuentran en el libro de Jansen.

Pero los jesuitas no estaban satisfechos con esto, mas todavía, porque los jansenitas en la polémica develaban con todo detalle su enseñanza amoral, su vida licenciosa y todas sus intrigas. Por eso, siguieron armando contra ellos tanto a los papas, como el rey de Francia, Luis XIV. En el principio del siglo 18, los jesuitas lograron, por fin, la persecución de los jansenitas. En 1709, por orden de Luis, el convento Port-Royal y la escuela fueron cerrados y el papa Clemente XI, en 1713, en su bula "Unigenitus" anatemizó a toda la enseñanza jansenita, formulada en 101 posiciones. Como la condena del papa era, en realidad, la condena de un respetado maestro de la iglesia, San Agustín, su bula causó una gran agitación en Francia. De parte de numerosos veneradores de S. Agustín y Jansen, a cuya cabeza se encontraba el mismo arzobispo de París, partió una abierta protesta contra la bula papal. Pero esto ayudó poco. El gobierno, por las intrigas de jesuitas, comenzó a expulsarlos y perseguirlos, así que muchos de ellos huyeron de los Países Bajos.

La intervención del poder gubernamental en asuntos religiosos, llevó a jansenismo, en el s. 18 a dejar de ser un asunto puramente religioso, y tomar un color claramente social. Los parlamentos se negaron a registrar la nueva bula de Clemente XII. Al jansenismo lo perjudicó, que entre sus seguidores apareció gente exaltada, que comenzó a fabricar "milagros" y seguir supersticiones. Luego el jansenismo perdió el interés para la oposición política, que siguió otros métodos para la lucha contra el gobierno. Por otro lado, los mismos soberanos católicos comenzaron a luchar contra los jesuitas. Desde la mitad del s. 18 el jansenismo desapareció en Francia.

En Países Bajos, el jansenismo culminó con la formación de una iglesia independiente. La reformación destruyó allí a la mayoría de los obispos. La cabeza de los católicos locales era el llamado vicario apostólico de Utrecht, él mismo también, el arzobispo. En 1702, este arzobispo apoyo a jansenismo y gracias a esto Utrecht se transformó en su centro. Clemente XI destituyó al arzobispo, pero el capitulo local no reconoció a ninguno de los candidatos que mandaban los papas en lugar del destituido. Mas de 20 años Utrecht no tenia arzobispo. Para terminar con esto, el capitulo eligió a su candidato; el papa se negó a confirmarlo, y el capitulo se pasó sin la confirmación papal. Al nuevo arzobispo, lo confirmo en 1724 el obispo de Babilonia. Desde entonces, existe una iglesia de Utrecht. A sus arzobispos eligen los obispos de Garlem y Devent (**). La iglesia, considerándose católica, reconoce la primacía del papa (quien sistemáticamente se niega a confirmar a cualquier nuevo arzobispo elegido), hasta condena al jansenismo, pero tercamente se niega aceptar la bula. En 1872 la iglesia de Utrecht se unió con los antiguos católicos .

Otra corriente religiosa, surgida en s. 17, bajo el nombre de quietismo ( de la palabra latina que significa la quietud), tenia menos importancia que el jansenismo para el papado. Pero merece atención como protesta contra el formalismo teológico muerto, y un exterior ceremonial, a los cuales conducía toda la vida religiosa de la iglesia Romana. El quietismo toma su comienzo de un sacerdote español Miguel Molinos, que seguía el pensamiento místico y vida piadosa. En sus sermones y una composición especial: "El maestro espiritual," editada por él en 1675, desarrolla la enseñanza siguiente. La mas alta perfección cristiana consiste en una dulce quietud Divina, que nada terrenal perturba. Esta quietud es alcanzada por el camino de la oración interior y una directa contemplación de Dios. El alma, sumergida en la contemplación de la Divinidad, se entrega a Esta completamente — comienza a amarla con amor puro, ó sea, libre de toda codicia, no pensando ni en premios, ni en castigos. Entregándose así a Dios, el alma pierde hasta su personalidad, como si fuera absorbida por la Divinidad, de manera, que ya no tiene voluntad propia y actúa dirigida por la voluntad Divina. Un estado así del alma, justamente la dulce quietud divina hacia la cual deben dirigirse los cristianos. Todo lo terrenal y externo, que son, según esta enseñanza, las organizaciones diversas de la iglesia, los templos y los acostumbrados oficios etc., en este estado se tornan superfluos. Con su enseñanza Molinos atrajo a muchos, primero en España y luego en Roma, donde fue sacerdote desde 1669. Pero los jesuitas pronto terminaron con su actividad. Entregado al juicio de inquisición, él fue condenado como hereje en 1687, puso en prisión, donde murió en 1696.

A pesar de tan triste fin del primer predicador del quietismo, éste continuó su difusión en España, Italia y Francia. Los sueños místico-religiosos y la contemplación atraían, principalmente, a las mujeres. En Francia, con Luis XIV, celosos seguidores de quietismo eran la Señora Guión y su confesor Lacomb. Con su predica sobre el divino amor desinteresado, la inutilidad de templos, oficios y otros, ellos cruzaron a toda Francia y Suiza, y tenían muchos seguidores. Hasta el conocido obispo francés Fenelon seguía el modo de pensar del quietismo. Gran difusión del quietismo obligo a los obispos franceses, con el famoso Bossuet a la cabeza, a tomar medidas contra él. En 1625, por orden del rey, ellos reunieron a un concilio, en el cual condenaron la enseñanza quietista como herética, y su principal representante Guión condenaron a prisión. Pero, después de esto, las discusiones continuaron y Fenelon salió como defensor de él, comenzando una polémica con Bossuet. Solo en 1699, el papa Inocencio XII, a pedido del rey, puso fin a estas discusiones con su condena de los escritos de Fenelon, que este aceptó sin discusión. Luego, el quietismo desapareció por si solo, pero la dirección mística en la iglesia Romana siempre tenia algunos pocos simpatizantes.

Jansenismo y quietismo introdujeron una fisura en la iglesia Romana. En contra de ellos, al principio del siglo 18, entre los partidarios del catolicismo papal comenzó a desarrollarse, con especial fuerza, una corriente estrictamente católica, ya presente antes, el ultramontanismo. Con este nombre se conocían los partidarios del poder papal, no solo en la esfera de la iglesia, sino, convencidos que el papa en asuntos civiles debe estar mas alto que reyes y gobiernos, en general. Ellos no aceptaban la independencia de la iglesia en diferentes piases, aunque sea en cuestiones de la organización de la iglesia. El nombre de ultramontanos tenia su origen del latín: (detrás de las montañas, o sea Alpes) y ya se aplicaba en Francia y Alemania al papa y sus partidarios, desde la mitad del siglo, y por primera vez fue usado en el concilio de Constanza. En el ultramontanismo perduraban las ideas del poder absoluto de los papas en los asuntos espirituales y civiles, desarrolladas hace tiempo por Gregorio VII, Inocencio III y Bonifacio VIII.

Después del concilio del clero francés en 1682, que dio con su declaración el impulso para desarrollo del galicanismo, la corriente contraria a éste, del papa u el clero de Italia, parcialmente también de Francia, se llamó el ultramontanismo y entró en el uso común.

Hasta el comienzo del s. 18, el ultramontanismo era casi exclusivamente la propiedad del trono papal y la curia Romana. Ahora comienza a difundirse en el clero y la sociedad. A esto colaboraron activamente los jesuitas, que se hicieron grandes defensores de los puntos de vista ultramontanos, después que el papa Clemente XI condeno al jansenismo y en 1713 abiertamente apoyó la enseñanza jesuita. Es verdad que en la segunda mitad del s. 18, después de la supresión de la orden de jesuitas, el ultramontanismo se diluyó, pero, de la afirmación del papado en 1815 de nuevo se fortaleció en forma notable. Actualmente, los partidarios ultramontanos existen en todos los piases católicos. Los principios que ellos siguen en la literatura y la vida son siguientes: el poder papal es el único poder divino en la tierra; no es limitado en sentido mas amplio, en los asuntos, tanto espirituales, como civiles de los cristianos; todos los cristianos en la tierra deben incondicionalmente someterse a este poder, creer tal como este indica y formar una única iglesia Romana; el verdadero cristianismo esta contenido solo en esta iglesia; el papa — es el único guardián e infalible interpretador del mismo; todos aquellos que se encuentran fuera del catolicismo ó eran en contra de su cabeza, el papa, no pueden esperar la salvación. En la vida, los ultramontanistas se distinguen por su externa intolerancia, no solo hacia otras confesiones, sino a todas las opiniones que no coinciden con las suyas. Su visión del mundo esta reflejado en forma particularmente clara en los escritos de un estadista activo de Piemont, el escritor francés conde José de Mestre (1754-1821) "Du pape." Actualmente llaman los clericales "ultramontanos" sus adversarios.

Nuevos Dogmas en la iglesia Romana.

La iglesia Romana, hasta los tiempos mas modernos, no dejó su costumbre de introducir las innovaciones en la enseñanza de fe cristiana. Así en los últimos decenios ella instituyo, abiertamente, dos nuevos dogmas — la inmaculada concepción de la Santísima Virgen y la infalibilidad del papa.

El pensamiento sobre la casta concepción de la Santísima Virgen, ó sea sin el pecado original apareció en la iglesia de Roma todavía en el s. 12, y bajo esta influencia en algunos lugares fue instituida la festividad de la inmaculada concepción. Pero en contra de esta idea y la festividad, se expresaban muchos teólogos latinos, como Bernardo de Clervoss (1153), Tomas de Aquino (1274) y otros. Lo que se refiere a los papas, ellos no solo no aceptaban la enseñanza sobre la inmaculada concepción, sino la festividad para glorificar a ese milagro la instituyeron en Roma solo en la segunda mitad del s. 15. El concilio Tridentino, cuando se hablo de esto, en sus decisiones no quería llamarla una creencia popular y no hizo ninguna nueva decisión sobre este tema.

Hasta la mitad del s.14, esta enseñanza existía en la iglesia Romana como una opinión particular. Solo, con papa Pío IX (1846-78), se le elevó al grado de dogma general. El papa Pío IX, conde Juan María Mastai Feretti, nació en Senegal en 1792, pertenecía a la orden de minoriítas, actuó poco tiempo como misionero en Chile, fue nombrado cardenal por el papa Gregorio XVI. Después de la muerte de este papa, sobre Mastai-Feretti coincidieron ambas fracciones de cardenales — los retrógrados y los liberales, considerándolo blando y complaciente. El nuevo papa, que tomo el nombre de Pío IX, siendo retrogrado en cuestión de la iglesia, al principio de su administración aplicaba como cabeza del poder civil un liberalismo político. El aprobó, plenamente, el plan del grupo ultramontano de declarar por su poder como dogma la enseñanza sobre la inmaculada concepción. El papa, ante todo, envió una epístola general a todos los obispos, donde expresaba su punto de vista sobre el tema, como dogma, y les encomendaba averiguar como lo tomara la sociedad. Luego de recibir novedades tranquilizadoras, él invitó a los obispos a Roma, pero no para discusión conciliar, sino para presenciar la solemne declaración del dogma, lo que ocurrió el 8 de diciembre de 18854. Al establecer ese dogma con solo la voluntad de Pío IX, ya se reconocía la infalibilidad del papa. En la iglesia Romana el papa siempre tenia la autoridad suprema. En la mitad del s. 19 aparece el pensamiento sobre su infalibilidad, y hasta su impecabilidad. Con esto, de misma manera como con la aparición de la enseñanza sobre la inmaculada concepción de Santísima Virgen, unos teólogos latinos lo aceptaban, otros lo rechazaban. Así, entre los que aceptaban la infalibilidad de los papas estaba Tomas de Aquino. Los mismos papas veían este problema en forma diferente. Los mejores de ellos, como por ej., Adrián VI (1521-23), afirmaban que el papa puede pecar, hasta en el objeto de la fe, difundiendo la herejía con sus decretos. El concilio Tridentino no formuló decisión sobre la infalibilidad de los papas, pero los jesuitas, ya durante el concilio, decididamente declararon que la infalibilidad es el patrimonio de los papas. En tal situación indefinida se encontraba esta enseñanza hasta el s. 19, ó sea, era una opinión particular, no obligatoria para los católicos creyentes. Pero en el s. 19, los jesuitas y los ultramontanos se pusieron como meta la transformación de esta enseñanza en un dogma, y así culminar su enseñanza sobre la teocracia papal.

El papa Pío IX esperaba por la proclamación de su infalibilidad, además, terminar con los intentos de quitarle su poder civil. El 29 de julio de 1863, el papa con la bula Aeterni Patris, llamó para el 8 de diciembre un concilio universal en el palacio del Vaticano, invitando a toda la cristiandad. Sobre la finalidad del llamado, en la bula solo se hablaba en términos generales. A pesar de esto, las noticias sobre el dogma propuesto, comenzaron a penetrar en los círculos eclesiásticos, causando agitación. Los obispos de Alemania discutían esta cuestión en la reunión de Fulda.

El 8 de diciembre de 1869 se abrieron las sesiones del concilio Vaticano con la participación de 746 personas. La mayoría, desde el principio, estaba bien dispuesta al nuevo dogma. Ya antes se tomaron medidas para que la cuestión de infalibilidad pase bien. Así, antes de llamar al concilio, el papa dejó a algunos obispos sin lugares, que en las sesiones estaban a su disposición. Fueron llamados muchos obispos italianos y españoles completamente fieles al papa. Mientras que a los representantes de Alemania, Francia y Portugal, de donde se podía esperar la oposición, se llamo relativamente pocos. Hasta 300 obispos, el papa tomó a su cuenta, calculando incidir en sus convenciones con subsidios. Las sesiones se decidió llevar en latín, idioma que no todos los obispos dominaban y se ordenó de guardar un estricto secreto. Al fin, para dirigir la reunión fueron nombrados los obispos de plena confianza de papa.

Después de unas pocas consultas, que en realidad no tenían ninguna importancia, algunos de los obispos, por orden del papa, escribieron un pedido al concilio para confirmar al dogma de la infalibilidad y comenzaron a juntar firmas. Muchos firmaron, pero había muchos que se dirigieron al papa con un pedido formal de no permitir que la enseñanza sobre la infalibilidad sea propuesta para discusión conciliar, presentando argumentos bien basados contra esto. Así, el 15 de julio de 1870, vino a ver a Pío IX una delegación de la minoría, y le rogaba que elija, aunque sea, una forma mas suave para la proclamación del dogma. Hasta el obispo se prosternó a los pies del papa. Todo esto fue inútil. El 17 de Julio, los padres de la minoría se fueron de Roma, dejando una protesta, en la cual decían que solo por reverencia al Sto. Padre no quieren decir "No" en la sesión publica. Después de esto, en la sesión de 18 de julio, el decreto sobre la infalibilidad del papa fue aceptada por la mayoría de 533 votos, contra 2.

El decreto decía: Con la aprobación del sagrado sínodo enseñamos y establecemos como un dogma de revelación Divina, que el papa de Roma, cuando habla ex Cátedra, ó sea, cuando cumple sus obligaciones pastorales y del maestro de todos los cristianos, y sobre la base del poder apostólico, otorgado de lo alto, define la enseñanza que se refiere a la fe, posee, por la ayuda Divina, prometida a él en la persona de San Pedro, la infalibilidad, que el Divino Redentor dio a Su iglesia. A consecuencia de esta decisión del papa Romano, por la fuerza propia y no dependiendo de la aprobación de la iglesia, no es sujeto a ningún cambio. Si alguien tendrá la osadía, que Dios no lo quiera, de oponerse a nuestra decisión, que sea expulsado y excomunicado.

Los antiguos-católicos.

La proclamación del dogma de la infalibilidad del papa causo un movimiento de protesta, que se materializo en la formación de una "iglesia de antiguos-católicos." Esta fue creada por los teólogos católicos, que no reconocieron al nuevo dogma. En Alemania, este movimiento comenzó inmediatamente después de aceptación en Roma de este dogma. Los dirigentes del movimiento eran profesores de ciencias teológicas de facultades teológicas de universidades de Munich, Bonn y otros. Entre ellos se destacaba particularmente el decano de la universidad de Munich el famoso Dallinger. Bajo su influencia y dirección, en 1874, en Munich se formó una comunidad de antiguos-católicos, quienes no reconocían las decisiones del concilio Vaticano y, en general, rechazaban la teoría ultramontana del papado. Después de Munich, las comunidades de antiguos-católicos comenzaron a surgir en otras ciudades alemanas, p. e., Colonia, Bonn y otras.

Los teólogos — científicos esperaban que en este movimiento les ofrezcan ayuda los obispos alemanes, sus ex-colegas por la profesión, que mostraron una enérgica oposición al papa en la aceptación del dogma. Pero los obispos se negaron de romper con papa. A los profesores, que desenmascaraban la nueva enseñanza papal en contradicción con el Evangelio y el cristianismo, se expresaba simpatía y aprobación de parte de diferentes clases sociales de la población en distintas regiones de Alemania y Suiza, y una benévola atención de los gobiernos de Prusia, Wurtenberg, Baden-Gessen y varios cantones suizos. Apareció el pensamiento de organizar al movimiento. En distintos lugares se formaron comités centrales y congresos. Paulatinamente desarrollándose, el movimiento de antiguos-católicos tomó la forma de una verdadera confesión religiosa, se organizó, formo en Alemania y Suiza comunidades religiosas y templos, que recibieron los derechos de corporaciones religiosas. El dogma de la infalibilidad del papa es solo la expresión limite y el resultado final del sistema papal en muchos siglos, comenzando aproximadamente en el siglo 9. El sistema papal trajo consigo la separación de las iglesias y deformó a la organización canónica. De la Iglesia, que fue instituido en base a tradición apostólica, con la legislación de la Iglesia Universal. Produjo, asimismo, la fisura en Europa occidental, donde como rechazo a la ambición de los papas, se formaron las iglesias: anglicana, reformada, de Utrecht y los numerosos movimientos de oposición.

Los dirigentes científicos del movimiento de antiguos-católicos, en el desarrollo consecutivo de la protesta contra el dogma vaticano, tenían que tender a la purificación de la iglesia de todas las capas nuevas introducidas en la iglesia Romana por en papado y que estaban vinculados, en una u otra forma con ese dogma. En su primer congreso, ellos marcaron justamente este programa, dirigido, en primer termino, — al restablecimiento de la organización canónica de iglesia antigua. En segundo termino, — a la purificación de enseñanza de la fe cristiana de los errores de papas y de innovaciones, y al restablecimiento de verdades dogmáticas de la única Iglesia Universal de primero al décimo siglo. En tercer termino, — a la unificación con las iglesias ortodoxas y las confesiones existentes en Europa Occidental. En Alemania, durante el primer congreso de antiguos-católicos, en Munich, en a871, fueron formulados las reglas de formación y organización de las comunidades parroquiales.

Cada comunidad debía tener un sacerdote. Para su consagración era necesario un obispo. Formado en 1872 de profesores de teología un "comité episcopal" eligió como obispo a un ex-profesor, sacerdote José Guberto Reinkeus. Impuesto de manos por el arzobispo de Utrecht Gul, el juró la fidelidad al rey de Prusia y al estado. Fue reconocido por Prusia y luego de Baden-Gessen en la dignidad del "obispo de la iglesia alemana antigua-católica." Con la aprobación y bajo la dirección del obispo fue organizada la iglesia antigua-católica de Alemania. Sus partes — comunidades parroquiales, diócesis, con obispos y el sínodo. Después de la muerte de Reinkeus (1896), su sucesor fue en ex profesor de fisiología — Teodoro Gubert Weber.

El éxito mayor el movimiento de antiguos-católicos se logro en Suiza. Su esencia esta expuesta en "La Declaración de Utrecht" — firmada el 24 de setiembre de 1889 por los obispos Reinkeus y Herzog, y tres obispos de la iglesia de Utrecht. En este documento están rechazadas las falsas enseñanzas de los papas. Los antiguos-católicos afirmaban que desean conservar el viejo catolicismo, no vulnerado. Este catolicismo, según sus convicciones, es de la iglesia de los tiempos de Concilios Universales, cuando existía la unidad entre el Oriente y el occidente. Esta convicción llevó a los antiguos-católicos a pensar en un acercamiento y hasta restablecimiento de relación, tanto con la iglesia ortodoxa oriental, como con las sociedades cristianas occidentales, que reconocen las reglas de iglesia de los Concilios Universales. Con este fin, en 1874 y 75, los jefes de antiguos-católicos organizaron en Bonn dos conferencias "de los amigos de la unidad de iglesias." En ellas, tomaron parte, además de los antiguos-católicos, representantes de la ciencia teológica de Oriente ortodoxo, entre ellos, de Rusia y también el clero y los teólogos de confesiones anglicana y protestante. La finalidad de la conferencia fue lograr las bases, sobre las cuales se podría establecer la unión entre todas las iglesias. Pero, a pesar de un deseo sincero de unión de parte de todos los participantes, y a pesar de lograr un acuerdo sobre algunos puntos, estas conversaciones en el tiempo no llevaron a resultados deseados.

En el congreso de Lucerna en 1892 se aceptó la sugerencia que los obispos de antiguos-católicos entraran en relaciones oficiales con las iglesias de Oriente y en particular de Rusia. Por una orden del Sínodo de 15 de diciembre de 1892, en S. Petersburgo, se formo una comisión para aclarar las condiciones y exigencias que podrían servir de base a las conversaciones con antiguos-católicos. La comisión trabajo bajo la presidencia del arzobispo de Finlandia, Antonio Wadkowsky.

El acuerdo no se logró. La causa era que los antiguos-católicos, reconociendo la verdadera, la iglesia de los tiempos de Concilios Universales, no querían dar paso decisivo para romper todo vinculo con el catolicismo y volver al seno de la iglesia ortodoxa Oriental, que guarda hasta el tiempo actual los principios y Tradiciones de la antigua Iglesia Universal.

E. Smirnov resumió así el movimiento de antiguos-católicos: "En la iglesia Romana los antiguos-católicos tuvieron y tienen un éxito ínfimo. Los católicos, educados no se unen a esta facción, ya que son indiferentes, en general, a las cuestiones religiosas. Las masas del pueblo católico se tienen lejos de antiguos-católicos, gracias a sus dirigentes espirituales, quienes, aprovechando su falta de ilustración, con gran maestría, saben mantener su fidelidad a la iglesia papal. Los gobiernos católicos y protestantes tratan a los antiguos-católicos con indiferencia. En fin, este movimiento no pudo ni puede tener gran éxito en el occidente a causa de su indefinición de metas y tendencias. Al separarse del catolicismo papal, ellos no se unieron con la ortodoxa, y ocuparon una posición particular indefinida en la serie de sociedades religiosas cristianas. En general, los resultados del movimiento de antiguos-católicos — es el problema del futuro."